miércoles, julio 05, 2006

Y sigue la lluvia...

El niño despertó cuando una gota de agua le mojaba la cara. Toda la noche había llovido, era una lluvia fuerte y recia, que no quería irse, como si quisiera lavar escrupulosamente cada una de las partes de la vivienda, exorcizarla de algo indefinible El techo de zinc de la casa había aguantado bastante el martilleo del agua, pero luego de varias horas parecía un colador. Ya no servía de nada poner envases por todo el piso y Soledad, la madre del niño, se había resignado. Bueno –pensó- “total, que se despierte, ya amaneció”.
En otra vivienda, al otro lado de la ciudad, también había amanecido lloviendo, era la misma lluvia, con la misma cadencia, sólo que al niño allí dormía, no lo despertó ninguna gota de agua. Todo lo contrario, el sonido rítmico del agua lo adormecía aún más y no parecía perturbar su tranquilo sueño.
Mientras, la lluvia y las lágrimas de Soledad se confundían en un solo río. A veces el dolor tiene nombre de punto cardinal.

Beatriz

1 comentario:

Becalei dijo...

Hola Krina. Lo que quiero decir es como las dos viviendas están en zonas diferentes de la ciudad (puntos cardinales diferentes), el dolor se afinca en uno y en otro no (por la pobreza). Lamento que no se haya entendido.
Beatriz