domingo, julio 30, 2006

Domingo en el parque

Al borde del lago, un grupo de gente presencia con desconcierto cómo obreros uniformados en franelas rojas están demoliendo con hachas la carabela de Colón. Algunos miran con ira. Otros, se tocan la sien. Vuelan las tablas y las astillas, y otra cuadrilla, la de los menos “calificados”, supongo, se dedica a retirar los escombros. Allí se va a construir un gran proyecto cultural, el buque Leander de Francisco de Miranda – o algo así: absorta en el proceso de la demolición no le presto mucha atención al cartel que ensalza el valor de nuestro pasado.
Cuesta creer que la Santa María presente daños irreparables. Hay suficiente agua en el lago para que el barco de Miranda flote en él al lado de la carabela de Colón. Pero los proyectos culturales tienen una primera fase, en la que a menudo se quedan: la destrucción ¿Cuál es el humo de la locura colectiva que siempre hace creer a los dirigentes de tal u otra fracción política que pueden moldear la Historia a su antojo, destrozando sus símbolos? No recuerdo bien la carabela, años hace que sólo la veía desde el sendero que bordea el lago. Pero ahí estaba. Para los chicos nada connotaba ahí la conquista y mucho menos el imperialismo yanqui cuando recorrían las escaleritas, los puentes y la cabina del almirante (¿puedo confiar en mi memoria de un tosco catre, mesón con el mapa y misteriosos instrumentos de navegación?), o cuando acariciaban el timón, con reverencia e incredulidad, tocando de alguna manera remota ese maravilloso empuje humano que hay en las fibras de nuestro ser, la curiosidad, la osadía, la locura de lanzarse al mar rumbo a lo desconocido en unas cáscaras tan frágiles como ésa.
Pero para los fans de las ideologías los impulsos humanos son peligrosos y el pasado se resta, no se suma.

4 comentarios:

Becalei dijo...

Krina, !qué puedo decir! Esa misma reflexión a veces me carcome. Tengo que tragar grueso cada vez que voy al parque y veo eso, y otras cosas más, es como si al parque, el parque de mi niñez y adolescencia, lo quisiera cubrir una espesa marea roja...
Bea

José M. Ramírez dijo...

Krina, señalas bien los desatinos y los peligros: esa eterna fiebre (no de ahora, sino también de la IV, III, II y I) de mantenerse en una eterna "renovación".

El gran problema es que en esta democracia participativa nadie es consultado. ¿los habitantes de Caracas han dicho algo?, ¿los visitantes del parque han sido consultados?.

Una vez unos iluminados como los que nos gobiernan estuvieron a punto de derribar la torre Eiffel por considerarla un símbolo fálico.

Hoy es la marea roja, ayer fue la blanca, anteayer la verde. Cada una peor que la otra, cada vez mas asquerosa y destructiva.

La historia oficial del rescate:

http://www.inparques.gob.ve/view/noticiaShow.php?id=61

Leoneidy dijo...

He estado frecuentando, casi a diario, el parque. Tenía en mente que la embarcación había sido un regalo de Rey de España. Una réplica, quien sabe hecha por quién. Lo cierto es que ver el proceso de desmontaje fue... En todo caso, sea cual sea el plan de recuperación o renovación no me alegra en absoluto. Con María Lionza y La Esfera de Caracas, hay algo que se perdió y aunque "algo" esté sobre los pedestales originales, sigo percibiendo "ausencias".

nestoroma dijo...

Krina: Y que me dices de no celebrar la fecha de Caracas el 25 de julio porque era la fecha de llegada del conquistador. La verdad que creo que algunos están odiando en exceso esta pobre ciudad. Néstor