Día dieciseisavo del primer mes de este año que puede ser tan efímero como cualquier otro año. Así que perfectamente podemos estar en 1959 y yo podría no ser yo porque no he nacido en 1959, pero qué importa, igual somos accidentes. Somos una historia que puede no estar siendo. O peor, visto a la distancia, podemos ser una historia que no pudo ser.
Así que en 1959 no soy yo, pero estoy escribiendo, situación fantástica y a la vez posible. Muevo una mano que mueve un cuerpo que tiene un nombre que quiere desesperadamente tener una historia que contar. Pero para contar una historia tiene primero que
estar en una historia. Así entonces comienza todo, en la historia de esta mano que tiene este cuerpo que tiene este nombre que primero tiene que
ser para ser contada, lo que supone que estamos al principio de todo y nada ha pasado.
Estamos en un comienzo arbitrario, como todos los comienzos, porque muchas cosas han pasado pero ya no importan. Pero... las historias no son, se cuentan, así que, quizás, ya todo pasó y lo que estamos a punto de comenzar es de contar la historia. Por eso la mano se mueve hoy en 2009 y no en 1959, aunque la historia que voy a contar comience en 1959.
Una historia, esto es lo peor de todo, olvidada; por tanto, en gran parte, inventada.