miércoles, diciembre 05, 2007

para qué sirve una credencial

¿Sirve tu credencial?

Tengo varias credenciales de los que entrega el CNE a la prensa que dice “no válida para votar”, es decir que no sirve para nada y mucho menos para abrirle paso a uno hacia las máquinas de votación.
Alguna vez intenté entrar a votar usando al acreditación y el oficial a cargo me mandó a hacer la fila de mala gana. Está bien, le dije. Esta vez me acredité después de vencido el plazo y retiré el documento el sábado 1 de diciembre, para insistir en darle uso. Como corresponsal no tengo el tiempo para esperar tres o cuatro horas en una fila, mientras en el país pasan cosas.
El domingo llegué al centro electoral ante del mediodía con una estrategia en mente. Me busqué en la lista y vi la enorme fila de gente esperando para entrar en el liceo (Bello Monte). Me acerqué a los soldados en la puerta y les dice: “Puedo entrar a observar el proceso”. El soldado de la Policía Militar me vio raro y llamó a un oficial que cuando revisó mi credencial si mucho detenimiento.
Meditó un momento y me preguntó si no tenía una credencial de periodista. “Sí, aquí la tiene”. La agarró y se la llevó. Estuvo un rato consultando por teléfono dentro de la puerte del liceo.
Entre los soldados que estaban vigilando estaba un muchacho que tenía tatuado un ideograma chino en el cuello que se le veía claramente y movía amenazante una ametralladora ligera.
Al rato, regresó el oficial y me pregunta: ¿Qué va a hacer adento? ¿Preguntas?¿Entrevistas?
“Si, puede ser. Simplemente ver el proceso”.
“Esta bien, pase”.
Entro. Avancé 100 metros en un camino ascedente y entonces me llaman con gritos a mi espalda.
“Señor ¿para donde va usted? ¿Ustes es miembro de mesa?”, dijo el muchacho del tatuaje y la ametralladora.
“El oficial me autorizó a entrar. Yo soy periodista”.
“Está bien, siga”.
Fuera de las aulas hice la corta fila en la mesa 1 y de prontó un funcionario gritó “mesa 1”.
“Aquí” y entré mientras escondía mi credencial dentro de mi franela.
Mientras hacía la fila para ira al captahuellas, uno de los soldados que me atendió en la puerta se paró a mi lado, hablando con los funcionarios electorales.
Bajé la cabeza, tratando de olcultarme. Recordé que siempre me considero un camalerón, en materia de pasar desapercibido ante las personas que no ven atentamente su alrededor.
De prontó me consigo una antigua vecina que me pregunta por mi esposa y mi hijo, que si cómo te va luego de mudarte, que si Silvio ya se graduó. Y yo buscando darle la espalda al oficial.
Paso a la mesa y nuevamente el oficial sigue revoloteando cerca de mi. “Si me ve seguro que me pregunta: tú no venías a hacer entrevistas y me saca a empujones”.
Pero funcionó mi estrategia camaleónica y segué como si nada hasta hasta la máquina. Voté y me despedí de los funcionarios. Por el camino a la salida volví a sacar la credencial de mi franela y en la puerte estaba el oficial.
“Todo bien, el proceso es un rápido, gracias”, le dije.
“Ok, de nada”.
Debo reconocer que pese a todo fueron amables y ahora guardaré mi credencial como un trofeo, como el recuerdo de un futuro quizás distinto. ¿Sirve tu credencial? Me pregunté y me fui a la oficina a escribir que Baduel fue amenazado con un arma por un tipo loco que lo llamó “traidor” luego de votar en Maracay. Claro que todos tenemos nuestra pequeña historia, sobre todo en la lucha por las libertades.

(esto es anónimo –debo tener cuidado poniéndolo en el internet - e inspirado por una sugerencia de Bea, pero sabrán de quien se trata).

1 comentario:

Becalei dijo...

Hola periodista anónimo, sigue guardando tu credencia, nos trajo suerte,
B.