domingo, septiembre 24, 2006

Después del final

Dormía. O al menos eso creí, porque cuando quise despertar nada cambió.

Estoy despierto entonces, viendo (y no soñando) la sombra fija que se asoma por la ventana ¿o es una mancha? En todo caso es la silueta de un árbol de hojas tristes, hojas de piedra (de lo que estan hechos todos los árboles tristes).

Estoy acostado, de eso me doy cuenta.
Estoy entumecido, es sólo lo puedo intuir.
Estoy en un terreno desconocido, aprendiendo de mí, estoy en expansión.

Ahora puedo explorar, con ojos más tranquilos, las sombras nocturnas que proyectan todas las figuras que aparecen en mi ventana; todas figuras de piedra (¿ya lo dije antes? No, sólo del árbol). Y sobre las figuras la luz que enciende todas las emociones.

En mí, de nuevo la conciencia. Descubro que tengo un cuerpo, descubro que es un cuerpo que se mueve, descubro que puedo levantarme.

Me creí muerto, me creí dormido. Pero siempre estuve despierto, sólo quise comenzar a vivir otra vez.

1 comentario:

Becalei dijo...

Muy existencial, me encanta Humberto,
Bea