domingo, diciembre 31, 2006
2007
Puede que este castillo, bella réplica del Château de Pierrefonds, simbolice para muchos un elemento más del consumismo, pero debo confesar que tenía tiempo sin vivir 24 horas al día de mensajes de optimismo, paz, amistad y entendimiento. Queda en mí como símbolo de esas cosas.
Feliz 2007 para todos y que la palabra siga uniéndonos.
sábado, diciembre 23, 2006
domingo, diciembre 17, 2006
Líquido propicio en el Papel literario
El Nacional - Sábado 16 de Diciembre de 2006 P/4 - Papel Literario
Líquido propicio
El poeta cuyo libro comenta Teresa Casique, José Ramírez, nació en 1961. Formado en el área de las ciencias, se desempeña profesionalmente como consultor en el área de Tecnologías de la Información. Líquido propicio (Editorial Memorias de Altagracia) es su primera publicación
Teresa Casique
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Abro su diario en cualquier página y encuentro: "Continuamente oigo una voz en mi oído: `¿Cuándo llegarás, invisible sentencia?’". Voy a otra y leo: "Olvidar todo.
Abrir las ventanas. Vaciar el cuarto. El viento lo atraviesa. Sólo se ve el vacío, uno se busca en todos los rincones y no se encuentra". Repito la operación y sigo leyendo: "Nuestro arte es ser deslumbrado por la verdad. En verdad no hay más que la luz proyectada sobre un rostro, que retrocede con una mueca de espanto". Cierro libros y abro libros, acaso el mismo u otro y leo: "Te has ataviado de manera ridícula para este mundo". Insisto y encuentro esta frase: "Me bastaría poder existir cerca de mí, me bastaría poder considerar el lugar donde me encuentro como otro lugar". Pero no, no pertenecen a José estas líneas. Son de otro desesperado. Kafka. Líquido propicio, el libro de José Ramírez, me llevó hasta ellas a la búsqueda de un asidero –un asidero para salir del hueco donde me abandonaba José– pero, por supuesto, no hay asidero tampoco allí, sino familiaridades tonales, existenciales porque, efectivamente, de grandes verdades está hecha la literatura y esas verdades se intercomunican a la distancia, con mayor o menor conciencia de sus autores.
Un enorme ejercicio de contención por parte de su autor, José Ramírez, nuestro implacable escéptico, ha hecho posible que el libro que tenemos entre manos no resultara profundamente desgarrador. Creo que se trata de una contención no sólo verbal, sino también, y en mucho, formal: ambos, sonido y arquitectura (arquitectura que Armando Rojas Guardia ha elogiado ampliamente) van dictando así la pauta para que la intimidad de esta poética nos llegue, si eso es posible, sin sobresalto, a la manera de una confesión en una voz muy baja que, envuelta en una aparente serenidad no nos da tiempo (ni tregua) para levantar una ceja o apretar los labios. Pero con esta constatación, hay otra, no menos sorpresiva: en este viaje que el poeta ha emprendido con la noche como única lámpara de su memoria no se evaden emociones. Que de lo oscuro irrumpa lo que ha de alumbrar la travesía echando abajo todo pudor, cualquier recato, cualquier ingenuidad, parece decirse José. Y así procede.
"...estoy cansado / de tanta limpieza y simulacro", reconoce de entrada en el poema "Sueño lúcido". En un texto sin título leemos: "...hacer, hacer, hacer / se acumulan los hechos y las palabras / pasan tantas cosas / y no sucede nada". Es su retrato de la vacuidad del vivir, ese aséptico y reseco discurrir del tiempo que en nada gratifica y poco a poco va devaluando esperanzas e ilusiones.
En el poema "Entre tapias" interroga: "...¿quién me persigue / aquel que llegando los susurros cesan / y unido a mi sombra descansar exige...?". Otra inquietante pregunta de un nuevo texto es: "¿Si giro a la izquierda / por error / y si me deslizo en el abismo / y se pierden los rostros / y no regreso?". Y aún insistirá: "¿Acaso no te tocan también las sombras / que se pegan a mi piel como la penumbra / suben a mi cuello y me asfixian?"; "Creo haber conseguido un hueco / en la invisible red de Cronos". De máscaras y transparencias se nos susurra así. Con elegancia, con sobriedad casi pánica. Y es que estamos ante una escritura desnuda, una escritura de adjetivos exactos, afilada. Una poesía cuyo esmerado canto, ahí entre el soneto y el verso libre, funge de dique a lo que el alma, es decir, la psique en su peregrinaje oscuro va descubriendo –o tramando.
La experiencia plasmada por otros grandes de la poesía le sirve a José para construir algunas variaciones sobre su propio tema. A los versos: "...tengo vivo el recuerdo / del día en que la muerte / ha de venir certera..." , agrega: "no opondré resistencia"; están también los versos homenaje y la apropiación de otro poema que se reconoce rápidamente: "...bajo el cielo perfecto de esmalte nombrado / testigo de tu viaje –acaso cómplice– / en la búsqueda insomne del utópico día / atraviesas mi pecho transparente / en el momento gélido del alba...": estas son sus metáforas sobre un acontecimiento serio, acaso el más serio de la existencia humana y, por eso mismo, presentadas con gravedad y, no cabe duda, también con ironía.
Porque acompañando esos estados del alma aparece otro elemento, digámoslo de una vez, otro recurso, otro artificio de esta poesía de José. Él escribe: "...Sobre mi hombro / jadeante te siento / suspirando con el último verso / con el que te vas haciendo / dueño de mi sombra"; él escribe: "...cada día soy alguien nuevo..."; él escribe: "necesito esa sombra que acaso eres / necesito tu mano que apenas rozo / necesito creer que me esperas / que sepas que me haces falta / que tu presencia me angustia / me aturde / me conmociona / me redime / que eres capaz de recordarme / lo que realmente soy"; él escribe: "Cierro los ojos / Tu imagen nebulosa / También los cierra".
Y así otras tantas veces encontramos este entramado de autointerpelaciones, desdoblamientos o extrañas conversaciones con alguien ausente hecho de mucha y perturbadora presencia.
Mencioné la palabra recurso. Y quizá ella descubre el juego de este lenguaje que finalmente no parece darnos seguridad alguna sobre la exacta veracidad de lo escrito y confesadamente sentido: en su mundo ficcionado, de pronto el autor nos revela que "la noche", aquella noche, aquella oscuridad o guía memoriosa "es tan sólo un simulacro" y del agua heracliteana o líquido propicio, de pronto sabemos que sólo es una metáfora, y es que el mar, el poeta lo dice así: "...el mar termina siendo siempre una metáfora...".
Maurice Blanchot apuntó: "En la soledad, Kafka se disuelve. Esta disolución hace su soledad muy peligrosa; pero, al mismo tiempo, de esta confusión puede surgir algo importante, a condición de que el lenguaje lo recoja". Y bien, en este mundo de ficciones y verdades a oscuras, de tragedia y prestidigitación, también nos da la impresión de que José se mueve sobre el filo de la navaja, pero él sabe hacer crecer césped de color escarlata, no en vano es suya la certeza de que "...la poesía pinta siempre en perspectiva" aunque impulse "a poner nuestra existencia en entredicho...". Nada menos.
© 2004. CA Editora El Nacional. Todos Los Derechos Reservados
Líquido propicio
El poeta cuyo libro comenta Teresa Casique, José Ramírez, nació en 1961. Formado en el área de las ciencias, se desempeña profesionalmente como consultor en el área de Tecnologías de la Información. Líquido propicio (Editorial Memorias de Altagracia) es su primera publicación
Teresa Casique
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Abro su diario en cualquier página y encuentro: "Continuamente oigo una voz en mi oído: `¿Cuándo llegarás, invisible sentencia?’". Voy a otra y leo: "Olvidar todo.
Abrir las ventanas. Vaciar el cuarto. El viento lo atraviesa. Sólo se ve el vacío, uno se busca en todos los rincones y no se encuentra". Repito la operación y sigo leyendo: "Nuestro arte es ser deslumbrado por la verdad. En verdad no hay más que la luz proyectada sobre un rostro, que retrocede con una mueca de espanto". Cierro libros y abro libros, acaso el mismo u otro y leo: "Te has ataviado de manera ridícula para este mundo". Insisto y encuentro esta frase: "Me bastaría poder existir cerca de mí, me bastaría poder considerar el lugar donde me encuentro como otro lugar". Pero no, no pertenecen a José estas líneas. Son de otro desesperado. Kafka. Líquido propicio, el libro de José Ramírez, me llevó hasta ellas a la búsqueda de un asidero –un asidero para salir del hueco donde me abandonaba José– pero, por supuesto, no hay asidero tampoco allí, sino familiaridades tonales, existenciales porque, efectivamente, de grandes verdades está hecha la literatura y esas verdades se intercomunican a la distancia, con mayor o menor conciencia de sus autores.
Un enorme ejercicio de contención por parte de su autor, José Ramírez, nuestro implacable escéptico, ha hecho posible que el libro que tenemos entre manos no resultara profundamente desgarrador. Creo que se trata de una contención no sólo verbal, sino también, y en mucho, formal: ambos, sonido y arquitectura (arquitectura que Armando Rojas Guardia ha elogiado ampliamente) van dictando así la pauta para que la intimidad de esta poética nos llegue, si eso es posible, sin sobresalto, a la manera de una confesión en una voz muy baja que, envuelta en una aparente serenidad no nos da tiempo (ni tregua) para levantar una ceja o apretar los labios. Pero con esta constatación, hay otra, no menos sorpresiva: en este viaje que el poeta ha emprendido con la noche como única lámpara de su memoria no se evaden emociones. Que de lo oscuro irrumpa lo que ha de alumbrar la travesía echando abajo todo pudor, cualquier recato, cualquier ingenuidad, parece decirse José. Y así procede.
"...estoy cansado / de tanta limpieza y simulacro", reconoce de entrada en el poema "Sueño lúcido". En un texto sin título leemos: "...hacer, hacer, hacer / se acumulan los hechos y las palabras / pasan tantas cosas / y no sucede nada". Es su retrato de la vacuidad del vivir, ese aséptico y reseco discurrir del tiempo que en nada gratifica y poco a poco va devaluando esperanzas e ilusiones.
En el poema "Entre tapias" interroga: "...¿quién me persigue / aquel que llegando los susurros cesan / y unido a mi sombra descansar exige...?". Otra inquietante pregunta de un nuevo texto es: "¿Si giro a la izquierda / por error / y si me deslizo en el abismo / y se pierden los rostros / y no regreso?". Y aún insistirá: "¿Acaso no te tocan también las sombras / que se pegan a mi piel como la penumbra / suben a mi cuello y me asfixian?"; "Creo haber conseguido un hueco / en la invisible red de Cronos". De máscaras y transparencias se nos susurra así. Con elegancia, con sobriedad casi pánica. Y es que estamos ante una escritura desnuda, una escritura de adjetivos exactos, afilada. Una poesía cuyo esmerado canto, ahí entre el soneto y el verso libre, funge de dique a lo que el alma, es decir, la psique en su peregrinaje oscuro va descubriendo –o tramando.
La experiencia plasmada por otros grandes de la poesía le sirve a José para construir algunas variaciones sobre su propio tema. A los versos: "...tengo vivo el recuerdo / del día en que la muerte / ha de venir certera..." , agrega: "no opondré resistencia"; están también los versos homenaje y la apropiación de otro poema que se reconoce rápidamente: "...bajo el cielo perfecto de esmalte nombrado / testigo de tu viaje –acaso cómplice– / en la búsqueda insomne del utópico día / atraviesas mi pecho transparente / en el momento gélido del alba...": estas son sus metáforas sobre un acontecimiento serio, acaso el más serio de la existencia humana y, por eso mismo, presentadas con gravedad y, no cabe duda, también con ironía.
Porque acompañando esos estados del alma aparece otro elemento, digámoslo de una vez, otro recurso, otro artificio de esta poesía de José. Él escribe: "...Sobre mi hombro / jadeante te siento / suspirando con el último verso / con el que te vas haciendo / dueño de mi sombra"; él escribe: "...cada día soy alguien nuevo..."; él escribe: "necesito esa sombra que acaso eres / necesito tu mano que apenas rozo / necesito creer que me esperas / que sepas que me haces falta / que tu presencia me angustia / me aturde / me conmociona / me redime / que eres capaz de recordarme / lo que realmente soy"; él escribe: "Cierro los ojos / Tu imagen nebulosa / También los cierra".
Y así otras tantas veces encontramos este entramado de autointerpelaciones, desdoblamientos o extrañas conversaciones con alguien ausente hecho de mucha y perturbadora presencia.
Mencioné la palabra recurso. Y quizá ella descubre el juego de este lenguaje que finalmente no parece darnos seguridad alguna sobre la exacta veracidad de lo escrito y confesadamente sentido: en su mundo ficcionado, de pronto el autor nos revela que "la noche", aquella noche, aquella oscuridad o guía memoriosa "es tan sólo un simulacro" y del agua heracliteana o líquido propicio, de pronto sabemos que sólo es una metáfora, y es que el mar, el poeta lo dice así: "...el mar termina siendo siempre una metáfora...".
Maurice Blanchot apuntó: "En la soledad, Kafka se disuelve. Esta disolución hace su soledad muy peligrosa; pero, al mismo tiempo, de esta confusión puede surgir algo importante, a condición de que el lenguaje lo recoja". Y bien, en este mundo de ficciones y verdades a oscuras, de tragedia y prestidigitación, también nos da la impresión de que José se mueve sobre el filo de la navaja, pero él sabe hacer crecer césped de color escarlata, no en vano es suya la certeza de que "...la poesía pinta siempre en perspectiva" aunque impulse "a poner nuestra existencia en entredicho...". Nada menos.
© 2004. CA Editora El Nacional. Todos Los Derechos Reservados
viernes, diciembre 15, 2006
A propósito de El Dinosauro
Sé que todo esto atenta contra la razón más elemental, mi profesora de tercer grado nos lo explicó claramente: no existen evidencias concluyentes que determinen con exactitud la causa de la desaparición de los dinosauros, pudo haber sido un meteorito, un cambio radical en el patrón climático del planeta, bacterias extraterrestres y un número considerable de otras hipótesis, algunas bien extravagantes.
Pero las causas de la desaparición de los dinosauros están lejos de ser mi mayor preocupación, de hecho no me preocupa en lo absoluto, considerando que dicha desaparición está en entredicho, al menos para mí.
Voy por el tercer Gatorade, ya me tomé dos atamel, café sin azucar, me revisé concienzudamente en el espejo del baño: ojos, lengua. Mis reflejos responden normalmente, respiro profundamente y vuelvo a la sala, lentamente.
Recorro el pasillo de los cuartos, todo parece estar en su lugar, los cuadros lucen como de costumbre, al igual que hace 15 minutos; me detengo en la esquina que da a la sala y ya veo el reflejo que viene del ventanal que da al jardín; doy un paso: "el dinosaurio todavía está allí"
Ya dio cuenta de los rosales y la grama y mastica con parsimonia los girasoles. Levanta levemente la cabeza, me observa con el desinterés propio de las vacas cuando pastan. Pero no es una vaca, esa era mi esperanza, que el vino de anoche mezclado con mi presbicia creciente estuvieran jugándome una mala pasada. No es que resulte normal que una vaca esté pastando en mi jardín, pero…
Suena el intercomunicador, debe ser la sociedad protectora de animales, les dije que tenía en mi jardín un cuadrúpedo desconocido, espero, por mi salud, que esto sea para ellos un evento rutinario.
Pero las causas de la desaparición de los dinosauros están lejos de ser mi mayor preocupación, de hecho no me preocupa en lo absoluto, considerando que dicha desaparición está en entredicho, al menos para mí.
Voy por el tercer Gatorade, ya me tomé dos atamel, café sin azucar, me revisé concienzudamente en el espejo del baño: ojos, lengua. Mis reflejos responden normalmente, respiro profundamente y vuelvo a la sala, lentamente.
Recorro el pasillo de los cuartos, todo parece estar en su lugar, los cuadros lucen como de costumbre, al igual que hace 15 minutos; me detengo en la esquina que da a la sala y ya veo el reflejo que viene del ventanal que da al jardín; doy un paso: "el dinosaurio todavía está allí"
Ya dio cuenta de los rosales y la grama y mastica con parsimonia los girasoles. Levanta levemente la cabeza, me observa con el desinterés propio de las vacas cuando pastan. Pero no es una vaca, esa era mi esperanza, que el vino de anoche mezclado con mi presbicia creciente estuvieran jugándome una mala pasada. No es que resulte normal que una vaca esté pastando en mi jardín, pero…
Suena el intercomunicador, debe ser la sociedad protectora de animales, les dije que tenía en mi jardín un cuadrúpedo desconocido, espero, por mi salud, que esto sea para ellos un evento rutinario.
jueves, diciembre 07, 2006
Cuando nos enfrentamos a una página en blanco nos enfrentamos a las decisiones ¿Qué hacer? ¿Qué escribir? ¿Hacia dónde llevar la historia? A veces tenemos que enfrentar la vida como un fluir de acontecimientos que nos penetran y transforman; acontecimientos que son materia prima para construir nuestro mundo, y sobre ellos, nuestras decisiones. Y como viejos personajes románticos a veces tomamos decisiones que no tienen explicación, que precisamente por no tener explicación se convierten en compromisos.
Se me ocurre ahora la imagen de un escalador que decide subir una montaña gigantesca aún sabiendo que es imposible llegar a la cima. La llegada en sí pierde sentido, es la acción de lucha sin destino cierto lo que alienta su acción, simplemente subir hasta que se extingan sus fuerza y luego seguir subiendo hasta caer definitivamente. ¿Por qué hace algo que no tenía necesidad de hacer? ¿Por qué emprender una lucha totalmente inútil? Precisamente por eso, porque no tiene sentido. Porque no existe la noción de necesidad, porque aunque tiene la opción de no hacerlo lo hace, por el compromiso con algo totalmente arbitrario pero que representa una decisión de vida aunque no tenga sentido para los demás. Es el propio compromiso lo que nos hace vivir.
Vivir sin un sentido es vivir alejado de lo necesario, vivir sin dar explicaciones porque no hay explicación posible. Es asumir destinos absurdos y luchas implacables aun cuando todo parece perdido. Asumir sin necesidad la escritura de una novela gigante... o quizás breve pero intensa; decidir hacerlo todo o no hacer nada; estudiar y trabajar o vagar hasta morir. No vinimos a este mundo para cumplir destino alguno, no estamos destinados a nada ni existe ningún ente trascendente que nos ilumine el camino. No somos nada hasta que decidimos ser algo, aunque parezca inalcanzable, como lanzarnos a cruzar un desierto sabiendo que nunca vamos a poder cruzarlo. Este tipo de decisiones me hacen sentir humano porque siento que conectan con el sentido trágico e irracional de una existencia sin más propósito que aquel fijado por nuestros propios deseos.
Somos una página en blanco. Somos también dueños de un lenguaje. Vivir es escribirnos, hacer de nuestra existencia un discurso, y de cada quien depende la decisión de escoger entre el silencio o las palabras.
Se me ocurre ahora la imagen de un escalador que decide subir una montaña gigantesca aún sabiendo que es imposible llegar a la cima. La llegada en sí pierde sentido, es la acción de lucha sin destino cierto lo que alienta su acción, simplemente subir hasta que se extingan sus fuerza y luego seguir subiendo hasta caer definitivamente. ¿Por qué hace algo que no tenía necesidad de hacer? ¿Por qué emprender una lucha totalmente inútil? Precisamente por eso, porque no tiene sentido. Porque no existe la noción de necesidad, porque aunque tiene la opción de no hacerlo lo hace, por el compromiso con algo totalmente arbitrario pero que representa una decisión de vida aunque no tenga sentido para los demás. Es el propio compromiso lo que nos hace vivir.
Vivir sin un sentido es vivir alejado de lo necesario, vivir sin dar explicaciones porque no hay explicación posible. Es asumir destinos absurdos y luchas implacables aun cuando todo parece perdido. Asumir sin necesidad la escritura de una novela gigante... o quizás breve pero intensa; decidir hacerlo todo o no hacer nada; estudiar y trabajar o vagar hasta morir. No vinimos a este mundo para cumplir destino alguno, no estamos destinados a nada ni existe ningún ente trascendente que nos ilumine el camino. No somos nada hasta que decidimos ser algo, aunque parezca inalcanzable, como lanzarnos a cruzar un desierto sabiendo que nunca vamos a poder cruzarlo. Este tipo de decisiones me hacen sentir humano porque siento que conectan con el sentido trágico e irracional de una existencia sin más propósito que aquel fijado por nuestros propios deseos.
Somos una página en blanco. Somos también dueños de un lenguaje. Vivir es escribirnos, hacer de nuestra existencia un discurso, y de cada quien depende la decisión de escoger entre el silencio o las palabras.
post 3d
Muchachas, muchachos, después de los visto, hay que reconocer que la jugada le salió redonda al gobierno. Salió legitimado, se legitimó el CNE y por lo ocurrido la oposicición light, “responsables”, apabulló a los radicales. Leí con mucho sentimiento el mensaje de Krina y el silencio autoimpuesto por Beatriz. Uno de los analistas dice que el proceso venezolano es un molino que aplasta a todos los contrarios al Yo el supremo y la verdad no creo que Rosales escape a esto, dado los signos raros que pudimos ver en las elecciones (reconocimiento adelantado, entrada en el escena de Teodoro con su discurso “sensato” `las auditorias tardan horas´ y el obvio nerviosismo del general Wilfredo Silva en TV). Que estamos derrotados porque perdimos el voto y sabemos lo que viene, bueno, y yo me pregunto ¿cómo se pueden sentir los familiares de Keila, de la señora Ron, del profesor Giraud, de los muertos del 11 de abril? ¿Qué esperanza pueden tener de justicia? Un amigo que echa las cartas me advierte que los procesos karmáticos (y este los es, dice) son largos. Yo creo que la frustración llegará en las filas de quienes apoyan el “proceso”, más si se dan los pronósticos de un desastre económico en los próximos años. Pero será tarde porque también creo que se instauró un sistema electoral indestructible para el gobierno, donde algunos perciben que hay irregularidades pero no pueden demostrarlas y que será difícil desmontarlo. Entonces ¿tiramos la toalla o nos preparamos para resistir? Para nuestro reducido mundo, parte de esa lucha será dedicarle más tiempo a nuestra labor literaria, a incrementar nuestros contactos, a crear, mantener la mente fresca (se los dice alquien que tiene que escuchar cada aló y cadena). Entonces pregunto ¿estamos vencidos y seguiremos vencidos? La frase de Wilde, citada por José, la complemento con la de Eistein (¿no?): Hay dos cosas que infinitas: el universo y la estupidez humana, o algo por el estilo. Saludos, Néstor
domingo, diciembre 03, 2006
De 3D a 2D
Desde hace varios años mantengo un pacto tácito con mis compañeros del bachillerato. A pesar de que nos mudemos de ciudad, mantenemos el mismo centro de votación, nuestro colegio. La razón es simple, cada 6 años (o 3 años, o 4 años, depende) nos vemos de nuevo en las colas, allí en el mismo lugar en el que compartimos los que fueron, quién lo duda, los mejores años de la vida.
Hoy no fue una excepción y la alegría de ver ojos amigos, tan jóvenes como siempre, a pesar de las canas, los kilitos extra y las arruguitas, me acompañará por un tiempo.
Bajo el sol benigno pude ser testigo, una vez más, de nuestra enorme diversidad, ya no de mis amigos, sino de todos y de nuestra tendencia, sintomática, de aferrarnos a las abstracciones y movernos en el terreno de lo ambiguo.
En la cola, amenizada por un DJ que mezclaba magistralmente (¡!) Reggeaton, Salsa, Gaitas y hasta los Bee Gees, competían Sudoku y Paulo Coelho, de vez en cuando se paseaban promotoras de cremas adelgazantes, comentarios, cifras, "datos confirmados" y recomendaciones precisas, casi rituales, para garantizar el voto. Desde el micrófono del DJ, cada tanto, uno de los voluntarios de franela blanca interrumpía la música con frases que llamaban al aplauso: "Vamos muy bien", "Los quiero ver a las 4 para la auditoría", "Ojo pelao con su voto".
Yo llevaba conmigo un libro de relatos de Oscar Wilde, mi elección se basó en la posición que ocupaba el libro en la pila de lectura breve. En retrospectiva lo veo tan apropiado para la ocasión. La cola me alcanzó para re-leer El crimen de Lord Arthur Savile y El ruiseñor y la rosa, además del soberbio prólogo de Jorge Luis Borges que corona esa maravillosa edición de Siruela.Historias fantásticas, salpicadas de ese cinismo de Wilde, esa culta banalidad con la que lo salpica todo. Acaso era una preparación para el tono con el cual hay que tomarse lo que ha resultado de este 3D, este achatamiento de la perspectiva que nos quita una dimensión, que acorta el alcance de la vista, que pone todo en el presente, nos devuelve, al menos a mi, al terreno del papel, al 2D.
Pienso en mis amigos y familiares regados por el mundo, pienso en una forma racional, robusta, de explicar lo que aquí aconteció y no encuentro mejor frase que la de Wilde "El mundo es un inmenso escenario, pero la obra está muy mal distribuida".
Hoy no fue una excepción y la alegría de ver ojos amigos, tan jóvenes como siempre, a pesar de las canas, los kilitos extra y las arruguitas, me acompañará por un tiempo.
Bajo el sol benigno pude ser testigo, una vez más, de nuestra enorme diversidad, ya no de mis amigos, sino de todos y de nuestra tendencia, sintomática, de aferrarnos a las abstracciones y movernos en el terreno de lo ambiguo.
En la cola, amenizada por un DJ que mezclaba magistralmente (¡!) Reggeaton, Salsa, Gaitas y hasta los Bee Gees, competían Sudoku y Paulo Coelho, de vez en cuando se paseaban promotoras de cremas adelgazantes, comentarios, cifras, "datos confirmados" y recomendaciones precisas, casi rituales, para garantizar el voto. Desde el micrófono del DJ, cada tanto, uno de los voluntarios de franela blanca interrumpía la música con frases que llamaban al aplauso: "Vamos muy bien", "Los quiero ver a las 4 para la auditoría", "Ojo pelao con su voto".
Yo llevaba conmigo un libro de relatos de Oscar Wilde, mi elección se basó en la posición que ocupaba el libro en la pila de lectura breve. En retrospectiva lo veo tan apropiado para la ocasión. La cola me alcanzó para re-leer El crimen de Lord Arthur Savile y El ruiseñor y la rosa, además del soberbio prólogo de Jorge Luis Borges que corona esa maravillosa edición de Siruela.Historias fantásticas, salpicadas de ese cinismo de Wilde, esa culta banalidad con la que lo salpica todo. Acaso era una preparación para el tono con el cual hay que tomarse lo que ha resultado de este 3D, este achatamiento de la perspectiva que nos quita una dimensión, que acorta el alcance de la vista, que pone todo en el presente, nos devuelve, al menos a mi, al terreno del papel, al 2D.
Pienso en mis amigos y familiares regados por el mundo, pienso en una forma racional, robusta, de explicar lo que aquí aconteció y no encuentro mejor frase que la de Wilde "El mundo es un inmenso escenario, pero la obra está muy mal distribuida".
viernes, noviembre 24, 2006
lunes, noviembre 20, 2006
Lides
Podría tomar un lápiz,
sentarme a enumerar
batallas libradas
Preguntarme
Cúal espíritu guerrero
me convierte a veces en su esclava
Qué fuerzas, de dónde vienen
por qué me arrastran
No siempre las batallas
se dan en vastos campos
rodeados de árboles-testigos
Se libran, a veces, en cuartos tristes
en una ducha o un ascensor
Ni granadas, sin fusiles ni ametralladoras
sin uniforme, ni casco.
Nos encuentran desnudos, sin más arma
que una palabra alzada
o un argumento sin esperanza
Sólo ocurren, y van dejando
efemérides
en mi libro de vida
Beatriz C.
sentarme a enumerar
batallas libradas
Preguntarme
Cúal espíritu guerrero
me convierte a veces en su esclava
Qué fuerzas, de dónde vienen
por qué me arrastran
No siempre las batallas
se dan en vastos campos
rodeados de árboles-testigos
Se libran, a veces, en cuartos tristes
en una ducha o un ascensor
Ni granadas, sin fusiles ni ametralladoras
sin uniforme, ni casco.
Nos encuentran desnudos, sin más arma
que una palabra alzada
o un argumento sin esperanza
Sólo ocurren, y van dejando
efemérides
en mi libro de vida
Beatriz C.
jueves, noviembre 16, 2006
viernes, noviembre 03, 2006
Ejercicio 9: Atlántico
El problema
no es el espacio
ni el tiempo
sino el Atlántico
El Atlántico
como las lágrimas
deja en los labios ausencia
en la cabeza nostalgia
El vaivén de tu sombra
como las lágrimas
deja en mi boca sal
y en mi pecho
olas.
no es el espacio
ni el tiempo
sino el Atlántico
El Atlántico
como las lágrimas
deja en los labios ausencia
en la cabeza nostalgia
El vaivén de tu sombra
como las lágrimas
deja en mi boca sal
y en mi pecho
olas.
lunes, octubre 30, 2006
Relectura
Hola a todos, no sé si vieron mi correo de hace unos días informando que ya había inscrito al grupo en relectura, de hecho, estamos en la página web de ellos, pueden chequear. Beatriz había enviado un correo preguntado por aquellas personas que quieren comprar Falke para tratar de conseguir un descuento, yo me anoto para adquirir el libro. Todos los que se animen a participar, por esta misma via pueden hacerlo saber. Una vez que tengamos el libro daremos un tiempo para su lectura y luego yo puedo cuadrar la reunión con Federico Vegas para discusión del libro. ¿Quiénes se animan?
Humberto Medina.
Hola a todos, no sé si vieron mi correo de hace unos días informando que ya había inscrito al grupo en relectura, de hecho, estamos en la página web de ellos, pueden chequear. Beatriz había enviado un correo preguntado por aquellas personas que quieren comprar Falke para tratar de conseguir un descuento, yo me anoto para adquirir el libro. Todos los que se animen a participar, por esta misma via pueden hacerlo saber. Una vez que tengamos el libro daremos un tiempo para su lectura y luego yo puedo cuadrar la reunión con Federico Vegas para discusión del libro. ¿Quiénes se animan?
Humberto Medina.
domingo, octubre 22, 2006
miércoles, octubre 18, 2006
Sobrevivir
Necesito llenar espacios
antes plenos de cantos
risas y trajines.
Tormentas y soles.
Kronos escapaba
con mis días.
Apagué incendios
calmé tempestades
espanté monstruos nocturnos
A veces todavía lo hago
Quimeras en suspenso
Esperaban nuevo aviso
En ese tiempo
Uno parecía Invencible
Entonces, el mundo más quieto
resultaba lejano:
Le temes un poco
Cuando se aproxima.
Mejor llegas
con la frente en alto
como si fueras valiente
No me esperan
elixir de uvas
ni opulentos banquetes
la certeza son los espacios
Vacíos
¡Peligro! ¡Peligro!
De no llenarlos
irremediablemente caes
Cuestión de honor es
sobrevivir
conjugar otros verbos,
cambiar ciertos sustantivos
Beatriz
lunes, octubre 09, 2006
Esas cosas de Borges
Un joven poeta se acerca a Borges en la calle. Deja en manos del escritor su primer libro. Borges agradece y le pregunta cuál es el título.-Con la patria adentro-, responde el joven.-Pero qué incomodidad, amigo, qué incomodidad. El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente.Ocurre en París, en un estudio de televisión.-¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?-, lo interrogan.-Es que éste- evalúa Borges, -ha sido un siglo muy mediocre.
Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa.Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante insiste: -Tiene que ser ahora, y usted se va.Borges no se resigna y grita: -No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio.El estudiante lo amenaza con cortar la luz.He tomado la precaución- retruca Borges, -de ser ciego, esperando este momento.
A principios de la década de los setenta, el escritor y psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony, matemático y psicoanalista francés. Sibony quiere conocer a Borges. Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar.-Hablemos en francés- propone Borges, y justifica: -Dicen que la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores.A la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes.
Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti.-Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo-, comenta Borges más tarde.
En 1983, un periodista de La Nación pide a Borges su opinión sobre la Guerra de Malvinas.-Absurda- define Borges, -Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir...
El 10 de marzo de 1978, en la Feria del Libro, Borges se cruza con un escritor al que quiere y respeta: Manuel Mujica Láinez. Se abrazan e inician una conversación que es interrumpida una y otra vez por los cazadores compulsivos de firmas.-A veces- se queja Borges, -pienso que cuando me muera mis libros más cotizados serán aquellos que no lleven mi autógrafo.
En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor.En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y comenta:-Peeero,... pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...Borges le dice: -Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal.
Borges firma ejemplares en una librería del Centro.Un joven se acerca con Ficciones y le dice: -Maestro, usted es inmortal.Borges le contesta: -Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista.
Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Vía Veneto. Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la última pregunta. "¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nóbel de Literatura?-A la sabiduría sueca.
En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: -¿En su país todavía hay caníbales?-Ya no- contestó aquél-, nos los comimos a todos.
En ese tipo de situaciones, la respuesta a la que apelaba Borges tenía el objetivo de desactivar aprestos polémicos por los que nunca tuvo el menor apasionamiento. Provocaba hilaridad hasta en el confrontador.Pero el anecdotario borgeano -el más rico y variado de cuantas personalidades uno recuerde- está también hecho de observaciones, ocurrencias y comentarios de singular agudeza. En ese temperamento, el escritor no rehuía incluso el tener que vérselas con temas difíciles: en plena Guerra de las Malvinas, opinó que "la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine", y que "las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar".
Aquí va una porción de anécdotas con el sello de Borges, que han trascendido como si fueran parte inseparable de su "otro" perfil: Propuesta. Cuenta Héctor Yanover que durante una reunión de la SADE sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: "¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?"Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges:-¡Disuadirlos! Newton. En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera.Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:"¿No deberíamos ir más despacio?". -Pero no soy yo- aclaró Borges-, es Newton. Borges conjetural. El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para poder cruzar. Lo toca y le dice: -Borges, soy González Lanuza. El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: -Es probable. Desconcertado. En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en su casa, un periodista le pregunta cómo se siente.-Medio desorientado- manifiesta-. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!
Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa.Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante insiste: -Tiene que ser ahora, y usted se va.Borges no se resigna y grita: -No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio.El estudiante lo amenaza con cortar la luz.He tomado la precaución- retruca Borges, -de ser ciego, esperando este momento.
A principios de la década de los setenta, el escritor y psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony, matemático y psicoanalista francés. Sibony quiere conocer a Borges. Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar.-Hablemos en francés- propone Borges, y justifica: -Dicen que la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores.A la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes.
Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti.-Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo-, comenta Borges más tarde.
En 1983, un periodista de La Nación pide a Borges su opinión sobre la Guerra de Malvinas.-Absurda- define Borges, -Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir...
El 10 de marzo de 1978, en la Feria del Libro, Borges se cruza con un escritor al que quiere y respeta: Manuel Mujica Láinez. Se abrazan e inician una conversación que es interrumpida una y otra vez por los cazadores compulsivos de firmas.-A veces- se queja Borges, -pienso que cuando me muera mis libros más cotizados serán aquellos que no lleven mi autógrafo.
En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor.En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y comenta:-Peeero,... pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...Borges le dice: -Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal.
Borges firma ejemplares en una librería del Centro.Un joven se acerca con Ficciones y le dice: -Maestro, usted es inmortal.Borges le contesta: -Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista.
Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Vía Veneto. Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la última pregunta. "¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nóbel de Literatura?-A la sabiduría sueca.
En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: -¿En su país todavía hay caníbales?-Ya no- contestó aquél-, nos los comimos a todos.
En ese tipo de situaciones, la respuesta a la que apelaba Borges tenía el objetivo de desactivar aprestos polémicos por los que nunca tuvo el menor apasionamiento. Provocaba hilaridad hasta en el confrontador.Pero el anecdotario borgeano -el más rico y variado de cuantas personalidades uno recuerde- está también hecho de observaciones, ocurrencias y comentarios de singular agudeza. En ese temperamento, el escritor no rehuía incluso el tener que vérselas con temas difíciles: en plena Guerra de las Malvinas, opinó que "la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine", y que "las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar".
Aquí va una porción de anécdotas con el sello de Borges, que han trascendido como si fueran parte inseparable de su "otro" perfil: Propuesta. Cuenta Héctor Yanover que durante una reunión de la SADE sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: "¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?"Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges:-¡Disuadirlos! Newton. En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera.Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:"¿No deberíamos ir más despacio?". -Pero no soy yo- aclaró Borges-, es Newton. Borges conjetural. El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para poder cruzar. Lo toca y le dice: -Borges, soy González Lanuza. El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: -Es probable. Desconcertado. En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en su casa, un periodista le pregunta cómo se siente.-Medio desorientado- manifiesta-. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!
sábado, octubre 07, 2006
Comenzando con Relectura
Hola a todos, comenzamos con la actividades de Relectura. Necesito algunos datos de ustedes para llenar la planilla de inscripción del grupo de lectura.
- Libros favoritos.
- Último libro leído.
-Escritores favoritos.
-Escritores conl os que les gustaría comentar algún libro.
Las actividades pueden ser mensuales, se puede leer y discutir un libro escrito por cualquiera de los autores que estan en el proyecto Relectura y también se puede leer un libro no necesariamente escrito por el autor invitado a la reunión, pero recomendado por éste.
Voy a comenzar con una propuesta, sin embargo, la decisión sobre el libro a leer puede ser abierta a culquiera de los miembros del grupo. Yo estaré quizás muy inclinado a la narrativa, especialmente novela, por eso me parece justo que todos propongamos en diferentes géneros para mantener variadas las lecturas. Todo se incluye: novela, poesía, ensayo, cuento, teatro.
Mi propuesta es de un libro que desde hace tiempo he querido leer, FALKE de Federico Vegas. Recibo opiniones, críticas, otras propuestas, etc.
Saludos,
Humberto.
- Libros favoritos.
- Último libro leído.
-Escritores favoritos.
-Escritores conl os que les gustaría comentar algún libro.
Las actividades pueden ser mensuales, se puede leer y discutir un libro escrito por cualquiera de los autores que estan en el proyecto Relectura y también se puede leer un libro no necesariamente escrito por el autor invitado a la reunión, pero recomendado por éste.
Voy a comenzar con una propuesta, sin embargo, la decisión sobre el libro a leer puede ser abierta a culquiera de los miembros del grupo. Yo estaré quizás muy inclinado a la narrativa, especialmente novela, por eso me parece justo que todos propongamos en diferentes géneros para mantener variadas las lecturas. Todo se incluye: novela, poesía, ensayo, cuento, teatro.
Mi propuesta es de un libro que desde hace tiempo he querido leer, FALKE de Federico Vegas. Recibo opiniones, críticas, otras propuestas, etc.
Saludos,
Humberto.
viernes, octubre 06, 2006
Tapara
Hola amigos.
Sólo para decirles que mi bajo perfil se debe a que estoy terminando e trabajo de la tesis y también, los proyectos se aceleran en el último trimestre del año. Me temo que ni siquiero logro aprovechar realmente el taller Escribas, ya tuvimos tres sesiones y ni siquiera he enviado un texto.
Pero estoy siempre pendiente de Tapara y cuenten conmigo. Si hay club de lectura, al menos prometo leer...
Un abrazo a todos
Sólo para decirles que mi bajo perfil se debe a que estoy terminando e trabajo de la tesis y también, los proyectos se aceleran en el último trimestre del año. Me temo que ni siquiero logro aprovechar realmente el taller Escribas, ya tuvimos tres sesiones y ni siquiera he enviado un texto.
Pero estoy siempre pendiente de Tapara y cuenten conmigo. Si hay club de lectura, al menos prometo leer...
Un abrazo a todos
jueves, octubre 05, 2006
lunes, octubre 02, 2006
R.E.Lectura
Amigos, ¿Por qué no formamos un equipo de lectura?, me parece una idea interesante, sería una reunión al mes y con objetivos específicos. Los requisitos:
Para inscribirte puedes:
- Formar un equipo
- Sumarte a un equipo ya existente.
Para inscribirte puedes:
- Formar un equipo
- Sumarte a un equipo ya existente.
Para formar un equipo:
-Conviene reunirse una vez al mes. Recomendamos un mínimo de seis (6) personas y un máximo de doce (12), con intereses e inquietudes literarias comunes.
-Elegir a un coordinador, quien tiene como funciones: establecer la fecha, hora y lugar del encuentro; hacer el contacto con el escritor seleccionado; realizar un informe para enviar al correo electrónico de R.E. Lectura ( equiposdelectura@yahoo.com), después del encuentro con el escritor.
-Elegir un administrador, quien organiza la adquisición de los libros. Revisar en el apartado “Además” la oferta y disponibilidad de libros.
-Elegir un encargado para la creación de un blog dónde se reflejen las actividades del equipo de lectura. Revisar en el apartado “Además” las opciones para realizar el taller de blog.
-Inscribir al equipo en la página web, llenando la planilla de inscripción. Enviarla por correo electrónico.
-Escoger el libro que el equipo va a leer durante ese mes, el lugar de reunión y el escritor seleccionado para el encuentro.
-Llenar la planilla de encuentro. Enviarla por correo electrónico.
-El equipo recibirá respuesta de la factibilidad de la selección del escritor y del lugar del encuentro.
-A continuación el equipo establecerá contacto directo con el escritor y lugar seleccionado. -Cualquier cambio a lo establecido en la planilla de encuentro mensual, avisar a R.E. Lectura a través de nuestro correo electrónico.
-Leer el libro seleccionado y preparar los puntos a tratar en el encuentro. Recomendamos utilizar la guía de encuentros.
-Realizar el encuentro mensual.
-Enviar un reporte del encuentro al correo electrónico, para que R.E. Lectura cancele los honorarios al escritor invitado. El reporte debe incluir: datos del encuentro (fecha, hora y lugar), personas que asistieron y una breve descripción de los puntos tratados.
Para sumarte a un equipo ya existente:
-Ver la lista de equipos de lectura que admiten nuevos miembros (en el apartado "equipos ya inscritos").
-Escoger el equipo al que te quieres sumar.
-Hacer contacto con el equipo de lectura seleccionado.
¿Quién quiere ser el coordinador?
-Conviene reunirse una vez al mes. Recomendamos un mínimo de seis (6) personas y un máximo de doce (12), con intereses e inquietudes literarias comunes.
-Elegir a un coordinador, quien tiene como funciones: establecer la fecha, hora y lugar del encuentro; hacer el contacto con el escritor seleccionado; realizar un informe para enviar al correo electrónico de R.E. Lectura ( equiposdelectura@yahoo.com), después del encuentro con el escritor.
-Elegir un administrador, quien organiza la adquisición de los libros. Revisar en el apartado “Además” la oferta y disponibilidad de libros.
-Elegir un encargado para la creación de un blog dónde se reflejen las actividades del equipo de lectura. Revisar en el apartado “Además” las opciones para realizar el taller de blog.
-Inscribir al equipo en la página web, llenando la planilla de inscripción. Enviarla por correo electrónico.
-Escoger el libro que el equipo va a leer durante ese mes, el lugar de reunión y el escritor seleccionado para el encuentro.
-Llenar la planilla de encuentro. Enviarla por correo electrónico.
-El equipo recibirá respuesta de la factibilidad de la selección del escritor y del lugar del encuentro.
-A continuación el equipo establecerá contacto directo con el escritor y lugar seleccionado. -Cualquier cambio a lo establecido en la planilla de encuentro mensual, avisar a R.E. Lectura a través de nuestro correo electrónico.
-Leer el libro seleccionado y preparar los puntos a tratar en el encuentro. Recomendamos utilizar la guía de encuentros.
-Realizar el encuentro mensual.
-Enviar un reporte del encuentro al correo electrónico, para que R.E. Lectura cancele los honorarios al escritor invitado. El reporte debe incluir: datos del encuentro (fecha, hora y lugar), personas que asistieron y una breve descripción de los puntos tratados.
Para sumarte a un equipo ya existente:
-Ver la lista de equipos de lectura que admiten nuevos miembros (en el apartado "equipos ya inscritos").
-Escoger el equipo al que te quieres sumar.
-Hacer contacto con el equipo de lectura seleccionado.
¿Quién quiere ser el coordinador?
sábado, septiembre 30, 2006
Antología "Desde el patio del limonero"
martes, septiembre 26, 2006
Azul
Multitud en ascenso y descenso,
Torre de Babel en la polis que subyace.
Manda la prisa,
cuento mis pasos
para llegar a la salida
Inhalan mis pulmones
aire nuevo
mientras los ojos buscan
desesperadamente
el azul.
Beatriz
Torre de Babel en la polis que subyace.
Manda la prisa,
cuento mis pasos
para llegar a la salida
Inhalan mis pulmones
aire nuevo
mientras los ojos buscan
desesperadamente
el azul.
Beatriz
domingo, septiembre 24, 2006
Después del final
Dormía. O al menos eso creí, porque cuando quise despertar nada cambió.
Estoy despierto entonces, viendo (y no soñando) la sombra fija que se asoma por la ventana ¿o es una mancha? En todo caso es la silueta de un árbol de hojas tristes, hojas de piedra (de lo que estan hechos todos los árboles tristes).
Estoy acostado, de eso me doy cuenta.
Estoy entumecido, es sólo lo puedo intuir.
Estoy en un terreno desconocido, aprendiendo de mí, estoy en expansión.
Ahora puedo explorar, con ojos más tranquilos, las sombras nocturnas que proyectan todas las figuras que aparecen en mi ventana; todas figuras de piedra (¿ya lo dije antes? No, sólo del árbol). Y sobre las figuras la luz que enciende todas las emociones.
En mí, de nuevo la conciencia. Descubro que tengo un cuerpo, descubro que es un cuerpo que se mueve, descubro que puedo levantarme.
Me creí muerto, me creí dormido. Pero siempre estuve despierto, sólo quise comenzar a vivir otra vez.
Estoy despierto entonces, viendo (y no soñando) la sombra fija que se asoma por la ventana ¿o es una mancha? En todo caso es la silueta de un árbol de hojas tristes, hojas de piedra (de lo que estan hechos todos los árboles tristes).
Estoy acostado, de eso me doy cuenta.
Estoy entumecido, es sólo lo puedo intuir.
Estoy en un terreno desconocido, aprendiendo de mí, estoy en expansión.
Ahora puedo explorar, con ojos más tranquilos, las sombras nocturnas que proyectan todas las figuras que aparecen en mi ventana; todas figuras de piedra (¿ya lo dije antes? No, sólo del árbol). Y sobre las figuras la luz que enciende todas las emociones.
En mí, de nuevo la conciencia. Descubro que tengo un cuerpo, descubro que es un cuerpo que se mueve, descubro que puedo levantarme.
Me creí muerto, me creí dormido. Pero siempre estuve despierto, sólo quise comenzar a vivir otra vez.
jueves, septiembre 21, 2006
5 4 3 2 1
5
La detonación de un planeta se acerca
En el espacio infinito de mi cuerpo.
De la cuenta regresiva se escucha sólo el eco
De la sangre contra las paredes de mis venas.
4
Gotas de invierno al comienzo,
Piedras secas en el agua luego,
Campanas sordas, eterno segundero.
Ya no duerno, ya no sueño.
Cuándo llegará la noche.
Cuándo llegará el silencio.
3
Toca mi pecho y escucha el vals de los astros
Que bailan borrachos en la corte del Rey.
Abrázame, besa mi cuello y toma del vino
Mientras estoy vivo, mientras estoy muriendo.
2
Agrio y sin ritmo, sabor a capricho.
Olor a fruta de tierna mujer otoñal.
Color a grito de estrella en fuga.
En su caída acaricia la garganta
Como las lágrimas y el llanto en su salida.
1
Leo en mi pulso un mensaje oculto
En el código Morse de mis latidos.
Es una alarma de emergencia, un llamado de auxilio.
Es demasiado tarde, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Camilo Daza Tapia.
La detonación de un planeta se acerca
En el espacio infinito de mi cuerpo.
De la cuenta regresiva se escucha sólo el eco
De la sangre contra las paredes de mis venas.
4
Gotas de invierno al comienzo,
Piedras secas en el agua luego,
Campanas sordas, eterno segundero.
Ya no duerno, ya no sueño.
Cuándo llegará la noche.
Cuándo llegará el silencio.
3
Toca mi pecho y escucha el vals de los astros
Que bailan borrachos en la corte del Rey.
Abrázame, besa mi cuello y toma del vino
Mientras estoy vivo, mientras estoy muriendo.
2
Agrio y sin ritmo, sabor a capricho.
Olor a fruta de tierna mujer otoñal.
Color a grito de estrella en fuga.
En su caída acaricia la garganta
Como las lágrimas y el llanto en su salida.
1
Leo en mi pulso un mensaje oculto
En el código Morse de mis latidos.
Es una alarma de emergencia, un llamado de auxilio.
Es demasiado tarde, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Camilo Daza Tapia.
sábado, septiembre 16, 2006
miércoles, septiembre 13, 2006
Instantáneas
1
Me he dado cuenta que soy víctima de una maldición: he olvidado los destinos de tanto que he estado perdido en el camino.
2
¡Qué desgracia! yo no sé escribir mas que con el yo por delante.
3
Ociosos del mundo: no desfallezcan de no hacer nada, el arte de la vida será para nosotros. Somos los últimos creadores.
4
Recordar como pasatiempo: Pasar el tiempo con el tiempo que pasó.
Me he dado cuenta que soy víctima de una maldición: he olvidado los destinos de tanto que he estado perdido en el camino.
2
¡Qué desgracia! yo no sé escribir mas que con el yo por delante.
3
Ociosos del mundo: no desfallezcan de no hacer nada, el arte de la vida será para nosotros. Somos los últimos creadores.
4
Recordar como pasatiempo: Pasar el tiempo con el tiempo que pasó.
viernes, septiembre 08, 2006
Leo, sólo como prueba de la sincronicidad, este borrador de ayer:
Cielo sin horizonte
y el rumor perenne
de una ola
que nunca rompe
Azul, tras azul
-no veo nada-
el corazón paralizado
los labios entreabiertos
esperando
que rompa la ola
-el horizonte aparezca-
o un bote cruce
con la promesa
de otro lugar
y el rumor perenne
de una ola
que nunca rompe
Azul, tras azul
el corazón paralizado
los labios entreabiertos
esperando
que rompa la ola
o un bote cruce
con la promesa
de otro lugar
Ejercicio 12: Barca
Sobre la suave marea arrullante
descansan los recuerdos
adormezco
Pinceladas ondulantes
traen su rostro
tan difuso
tan lejano
errante
atrás van quedando
las olas
los rasgos
y las voces se nublan
en un canto fantasmal
la barca
se pierde en la nocturnidad
en el fondo de las aguas
Negro sobre negro
sin estrellas ni relámpagos
ni sombras
Al final
solo
sólo
el instante en la nada.
descansan los recuerdos
adormezco
Pinceladas ondulantes
traen su rostro
tan difuso
tan lejano
errante
atrás van quedando
las olas
los rasgos
y las voces se nublan
en un canto fantasmal
la barca
se pierde en la nocturnidad
en el fondo de las aguas
Negro sobre negro
sin estrellas ni relámpagos
ni sombras
Al final
solo
sólo
el instante en la nada.
jueves, septiembre 07, 2006
Baños de Luna...
Esa noche había una claridad inusual en mi habitación. No me podía dormir, y seguramente me movía de un lado a otro, puesto que mi abuela entró a darme una vuelta.
—¿Qué te pasa mi niña?
—Es que no puedo dormirme abuela.
Entonces ella miró hacia la ventana y vio que las cortinas estaban abiertas. La luna iluminaba gran parte del cuarto con su luz medio azulada, que me permitía ver mis cosas favoritas, mis muñecas, mis libros, pero distintas a la forma que tenían en el día. Se veían lánguidas y extrañas.
Ella me dijo “menos mal que te vine a ver”, y yo pregunté que por qué decía eso. Ella me contestó que ya casi el rayo de luna llegaba hasta mi cara. Pero yo le dije que qué tenía eso de malo, la luna no quema como el sol abuelita.
—No, no quema, pero la luna es poderosa también. La gente que recibe baños de luna mientras duerme puede volverse loca, eso me lo decía mi mamá, y a su mamá también se lo decía la suya.
Entonces le pregunté si ella conocía a alguien que le hubiera pasado eso y se puso muy triste, y los ojitos se le pusieron más pequeños de los que aun los tenía. Se le pusieron como cuando alguien nombra a su hija, mi tía Mariela, quien murió hace tiempo pero nadie habla de eso, ni de la enfermedad que ella tenía. Es como un secreto. Mi hermana mayor me dice que hay que crecer para que a uno se lo cuenten, y yo le digo que si se me van a poner los ojos así de tristes, entonces no quiero saberlo.
Y yo seguí preguntándole: “abuelita, y si te quedas dormida sólo por una vez y te cubre la luna, ¿también es peligroso?”. Pero niña, tú sí eres preguntona ¿no? — me dijo ella moviendo su cabeza hacia los lados.
Desde esa noche siempre revisaba mi cuarto antes de acostarse o le decía a mi mamá que lo hiciera.
***.
La ciudad esta llena anuncios luminosos y faroles que no permiten ver a las estrellas como antes. Mi abuela ya no está para cerrarme la cortina
Acaso a veces cuando la luna está llena, ésta se atreve tímidamente a dejar pasar una franja de luz por la ventana.
Entonces ahora que sé de tantos secretos, de tantas ausencias, y demasiados misterios descubiertos, me tiendo desnuda sobre esa luz, a tomar baños de luna.
Beatriz
—¿Qué te pasa mi niña?
—Es que no puedo dormirme abuela.
Entonces ella miró hacia la ventana y vio que las cortinas estaban abiertas. La luna iluminaba gran parte del cuarto con su luz medio azulada, que me permitía ver mis cosas favoritas, mis muñecas, mis libros, pero distintas a la forma que tenían en el día. Se veían lánguidas y extrañas.
Ella me dijo “menos mal que te vine a ver”, y yo pregunté que por qué decía eso. Ella me contestó que ya casi el rayo de luna llegaba hasta mi cara. Pero yo le dije que qué tenía eso de malo, la luna no quema como el sol abuelita.
—No, no quema, pero la luna es poderosa también. La gente que recibe baños de luna mientras duerme puede volverse loca, eso me lo decía mi mamá, y a su mamá también se lo decía la suya.
Entonces le pregunté si ella conocía a alguien que le hubiera pasado eso y se puso muy triste, y los ojitos se le pusieron más pequeños de los que aun los tenía. Se le pusieron como cuando alguien nombra a su hija, mi tía Mariela, quien murió hace tiempo pero nadie habla de eso, ni de la enfermedad que ella tenía. Es como un secreto. Mi hermana mayor me dice que hay que crecer para que a uno se lo cuenten, y yo le digo que si se me van a poner los ojos así de tristes, entonces no quiero saberlo.
Y yo seguí preguntándole: “abuelita, y si te quedas dormida sólo por una vez y te cubre la luna, ¿también es peligroso?”. Pero niña, tú sí eres preguntona ¿no? — me dijo ella moviendo su cabeza hacia los lados.
Desde esa noche siempre revisaba mi cuarto antes de acostarse o le decía a mi mamá que lo hiciera.
***.
La ciudad esta llena anuncios luminosos y faroles que no permiten ver a las estrellas como antes. Mi abuela ya no está para cerrarme la cortina
Acaso a veces cuando la luna está llena, ésta se atreve tímidamente a dejar pasar una franja de luz por la ventana.
Entonces ahora que sé de tantos secretos, de tantas ausencias, y demasiados misterios descubiertos, me tiendo desnuda sobre esa luz, a tomar baños de luna.
Beatriz
lunes, septiembre 04, 2006
una de monsiváis
Muchachas y muchachos, está fresca esta de Monsiváis.
Saludos, Néstor
Literatura-FIL-Rulfo/
Monsiváis agradece que premio Juan Rulfo sea por ensayo y crónica=
Ciudad de México, 4 sep (dpa) - El escritor mexicano Carlos
Monsiváis dijo hoy a dpa que se siente en menos desventaja ante los
grandes escritores que recibieron el Premio Juan Rulfo con
anterioridad, luego de que el jurado destacara que fue galardonado
con ese premio por sus crónicas y ensayos.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) anunció hoy
que el próximo 25 de noviembre, en la ceremonia de apertura de la
muestra, entregará a Monsiváis el Premio 2006 de Literatura
Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
Evidentemente alegre, Monsiváis, dijo estar "sorprendido como
siempre sucede" y "verdaderamente contento" por recibir "este premio"
y que agradecía "a los jurados haber destacado que es principalmente
por mis crónicas y ensayos, sobre todo por los grandes escritores que
me han precedido".
Monsiváis, quien ha sobresalido por sus crónicas y ensayos sobre
momentos de México y por sus antologías de la poesía mexicana, es en
la actualidad considerado un líder de opinión y uno de los grandes
intelectuales del país.
Saludos, Néstor
Literatura-FIL-Rulfo/
Monsiváis agradece que premio Juan Rulfo sea por ensayo y crónica=
Ciudad de México, 4 sep (dpa) - El escritor mexicano Carlos
Monsiváis dijo hoy a dpa que se siente en menos desventaja ante los
grandes escritores que recibieron el Premio Juan Rulfo con
anterioridad, luego de que el jurado destacara que fue galardonado
con ese premio por sus crónicas y ensayos.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) anunció hoy
que el próximo 25 de noviembre, en la ceremonia de apertura de la
muestra, entregará a Monsiváis el Premio 2006 de Literatura
Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
Evidentemente alegre, Monsiváis, dijo estar "sorprendido como
siempre sucede" y "verdaderamente contento" por recibir "este premio"
y que agradecía "a los jurados haber destacado que es principalmente
por mis crónicas y ensayos, sobre todo por los grandes escritores que
me han precedido".
Monsiváis, quien ha sobresalido por sus crónicas y ensayos sobre
momentos de México y por sus antologías de la poesía mexicana, es en
la actualidad considerado un líder de opinión y uno de los grandes
intelectuales del país.
jueves, agosto 24, 2006
sólo hola
chicos, les mando la página www.ayenday.com, donde está el trabajo que sacó mi hijo Alan el año pasado. Soy mamá gallina, por supuesto, pero aún con esta reserva, creo que es un buen producto.
Por el resto perdónen el silencio: la guerra y la postguerra en mi país me tienen por el suelo, especialmente la reacción de Venezuela, que nunca antes ha sido contaminada por el antisemitismo. (Hay quien dirá que esto hoy se llama antisionismo. Whatever. ) También el trabajo, la gripe y la tesis cuyo término ya asoma al horizonte. Lástima. Me gusta estar en proceso de... No recuerdo si fue Fernando Pessoa quien dijo que siempre se sentía mejor en el tránsito que en el destino, pero es una sensación que comparto plenamente.
Paradójicamente mis noticias andan por el lado oficial: entrevista en canal 8, cuento en revista de CNE ( sabian que tienen una revista con página cultural y todo?) Les avisaré cuándo. Y para añadir algo al debate precedente: creo que sería muy difícil encontrar un ciudadano alemán de la edad de Grass que hubiera podido escapar en su tiempo del ejército nazi. Sólo recuerden qué les hacían a los desertores. No modifica mi aprecio por su obra posterior.
Espero retomar el contacto con todos ustedes vía este blog, (qué invención tan buena)
Por el resto perdónen el silencio: la guerra y la postguerra en mi país me tienen por el suelo, especialmente la reacción de Venezuela, que nunca antes ha sido contaminada por el antisemitismo. (Hay quien dirá que esto hoy se llama antisionismo. Whatever. ) También el trabajo, la gripe y la tesis cuyo término ya asoma al horizonte. Lástima. Me gusta estar en proceso de... No recuerdo si fue Fernando Pessoa quien dijo que siempre se sentía mejor en el tránsito que en el destino, pero es una sensación que comparto plenamente.
Paradójicamente mis noticias andan por el lado oficial: entrevista en canal 8, cuento en revista de CNE ( sabian que tienen una revista con página cultural y todo?) Les avisaré cuándo. Y para añadir algo al debate precedente: creo que sería muy difícil encontrar un ciudadano alemán de la edad de Grass que hubiera podido escapar en su tiempo del ejército nazi. Sólo recuerden qué les hacían a los desertores. No modifica mi aprecio por su obra posterior.
Espero retomar el contacto con todos ustedes vía este blog, (qué invención tan buena)
domingo, agosto 20, 2006
Disfraz
¿Cuántas cosas pueden esconderse
detrás de una sonrisa perfecta?
Un corazón atravesado por cien dagas
Flores inodoras
Un río agotado
Ejercito de lágrimas
remolino lento
melodías discordantes
Dolor escapando por las costuras
sueños apocalípticos
un mar dulce
Ayer vi tu sonrisa
Hubiera sido mejor no descifrarla
Beatriz
detrás de una sonrisa perfecta?
Un corazón atravesado por cien dagas
Flores inodoras
Un río agotado
Ejercito de lágrimas
remolino lento
melodías discordantes
Dolor escapando por las costuras
sueños apocalípticos
un mar dulce
Ayer vi tu sonrisa
Hubiera sido mejor no descifrarla
Beatriz
viernes, agosto 18, 2006
El círculo vicioso
Todo comienza, quizás, con una idea. Con una historia (de las que no abandonan la cabeza) y una resolución del tipo "voy a escribir esta historia". Luego viene el desarrollo (la escritura) y el inevitable desprendimiento de subtramas y personajes que fácilmente pueden pertenecer a otras historias. Así, en el proceso de escribir la primera historia surgen otras muchas ideas que van dándose ellas mismas cierto aire de importancia. Tanto que no puedes dejarlas en el limbo, no tiene sentido dejarlas en el limbo, así que te dices: "bueno, después de terminar de escribir esto, seguiré con aquello". Y así se transforma todo en un mundo giganteso de cosas escritas, escribiéndose y por escribir.
Y la maraña crece y se hace salvaje y monstruosa. Y se te va la vida tratando de escribir todas las ideas, historias y personajes que irrespetuosamente aparecen siempre en esa entelequia que es "la mente" o "la cabeza". Y mientras más escribes más tiempo tienes que dedicarle a la escritura y te asustas porque sientes que la cosa va más allá de los límites de tu propia consciencia, que la cosa es medio diabólica... ¿y si es una enfermedad terminal? te das cuenta que es tanto el tiempo que le has dedicado a escribir, que todo lo demás que sabías hacer y que habías aprendido en una universidad peligrosamente se comienza a olvidar. Después de la negación y el pánico llega la resignación, es cuando no te queda más remedio que tratar de vivir con esto (y si es posible DE esto, aunque esta posibilidad es remota) y decides entonces convertirte en escritor. No sin algo de miedo, porque sabes que los años pasarán (inevitablemente) y la muerte se acercará con un suave respiro que te estremecerá hasta el último hueso, y con un susurro te recordará que aunque hayas intentado escribir todas las historias del mundo siempre habrá una larga fila de notas "por hacer" en el cuadernito negro que con tanto celo guardabas en el escritorio.
Oye Humberto, muy buena esa, es tan bella que parece poesía. Tus reflexiones creo que contienen mucho del misterio de la escritura, de como algunos (locos) caemos en en sus redes y es difícil escaparnos. Me angustia un poco la idea de que la vida pasará y muchos ideas se quedarán en proyectos sin realizar. Sin embargo, me parece impecable.
Néstor
Y la maraña crece y se hace salvaje y monstruosa. Y se te va la vida tratando de escribir todas las ideas, historias y personajes que irrespetuosamente aparecen siempre en esa entelequia que es "la mente" o "la cabeza". Y mientras más escribes más tiempo tienes que dedicarle a la escritura y te asustas porque sientes que la cosa va más allá de los límites de tu propia consciencia, que la cosa es medio diabólica... ¿y si es una enfermedad terminal? te das cuenta que es tanto el tiempo que le has dedicado a escribir, que todo lo demás que sabías hacer y que habías aprendido en una universidad peligrosamente se comienza a olvidar. Después de la negación y el pánico llega la resignación, es cuando no te queda más remedio que tratar de vivir con esto (y si es posible DE esto, aunque esta posibilidad es remota) y decides entonces convertirte en escritor. No sin algo de miedo, porque sabes que los años pasarán (inevitablemente) y la muerte se acercará con un suave respiro que te estremecerá hasta el último hueso, y con un susurro te recordará que aunque hayas intentado escribir todas las historias del mundo siempre habrá una larga fila de notas "por hacer" en el cuadernito negro que con tanto celo guardabas en el escritorio.
Oye Humberto, muy buena esa, es tan bella que parece poesía. Tus reflexiones creo que contienen mucho del misterio de la escritura, de como algunos (locos) caemos en en sus redes y es difícil escaparnos. Me angustia un poco la idea de que la vida pasará y muchos ideas se quedarán en proyectos sin realizar. Sin embargo, me parece impecable.
Néstor
martes, agosto 15, 2006
mas sobre Grass
Aquí la explicación de Grass y pieza más para el debate:
Guenter Grass: "El que quiera juzgar que juzgue" =
Hamburgo, 15 ago (dpa) - El escritor alemán Guenter Grass, quien
fue fuertemente criticado por mantener en silencio durante décadas
que perteneció al brazo combativo de las SS, defendió en la noche de
hoy en la televisión alemana su tardía confesión.
Grass, Premio Nobel de Literatura, dijo que se hace cargo de no
haber hablado antes sobre su pasado con las fuerzas hitlerianas y
señaló al respecto: "Seguramente escucharé estos reproches durante
largo tiempo".
El escritor de 78 años hizo referencia a su autobiografía "Beim
Haeuten der Zwiebel" ("Pelando la cebolla"), que saldrá a la venta el
1 de septiembre: "En este libro eso es un tema, trabajé tres años en
él y ahí está todo lo que quiero decir al respecto. El que quiera
juzgar que juzgue".
Los críticos acusan a Grass, entre otras cosas, de que podría
haber dado a conocer este detalle de su pasado mucho antes, de que ya
no es digno de su Premio Nobel, o de socavar su integridad moral con
su silencio.
Grass manifestó al respecto: "Lo que estoy viviendo en este
momento tiene que ver -aunque sea en el caso de algunas personas- con
mucha confianza en mí mismo y conduce a una condena (que lleva a que)
me convierta en una persona non grata y se cuestione todo lo que
tiene que ver con mi vida posterior. Y mi vida posterior estuvo
marcada entre otras cosas por esta vergüenza".
Guenter Grass: "El que quiera juzgar que juzgue" =
Hamburgo, 15 ago (dpa) - El escritor alemán Guenter Grass, quien
fue fuertemente criticado por mantener en silencio durante décadas
que perteneció al brazo combativo de las SS, defendió en la noche de
hoy en la televisión alemana su tardía confesión.
Grass, Premio Nobel de Literatura, dijo que se hace cargo de no
haber hablado antes sobre su pasado con las fuerzas hitlerianas y
señaló al respecto: "Seguramente escucharé estos reproches durante
largo tiempo".
El escritor de 78 años hizo referencia a su autobiografía "Beim
Haeuten der Zwiebel" ("Pelando la cebolla"), que saldrá a la venta el
1 de septiembre: "En este libro eso es un tema, trabajé tres años en
él y ahí está todo lo que quiero decir al respecto. El que quiera
juzgar que juzgue".
Los críticos acusan a Grass, entre otras cosas, de que podría
haber dado a conocer este detalle de su pasado mucho antes, de que ya
no es digno de su Premio Nobel, o de socavar su integridad moral con
su silencio.
Grass manifestó al respecto: "Lo que estoy viviendo en este
momento tiene que ver -aunque sea en el caso de algunas personas- con
mucha confianza en mí mismo y conduce a una condena (que lleva a que)
me convierta en una persona non grata y se cuestione todo lo que
tiene que ver con mi vida posterior. Y mi vida posterior estuvo
marcada entre otras cosas por esta vergüenza".
viernes, agosto 11, 2006
Guenter Grass
Muchachas y Muchachos qué opinan.
Literatura-Grass/
SEGUNDA AMPLIACION
Guenter Grass admite que fue miembro de las SS hitlerianas
(agrega reacciones)=
Fráncfort, 11 ago (dpa) - El Premio Nobel de Literatura alemán
Guenter Grass admitió haber sido miembro de las Waffen-SS (brazo de
combate de las SS) hitlerianas, según declaró al diario "Frankfurter
Allgemeine Zeitung" en su edición del sábado.
En las biografías de Grass que aparecieron hasta ahora, sólo se
menciona que primero fue reclutado como ayudante de baterías
antiaéreas y luego sirvió como soldado.
En un libro de memorias que aparecerá en septiembre y que lleva el
título "Beim Haeuten der Zwiebel" (Pelando la cebolla), Grass, nacido
en Gdansk en 1927, relata su infancia en esa ciudad, su vida de
soldado, cómo cayó prisionero de guerra y sus inicios como artista en
la Alemania de posguerra.
"En retrospectiva siempre lo viví como un defecto que me oprimía y
sobre el que no podía hablar. Esto tenía que ser escrito alguna vez",
confesó. El escritor añadió que durante su desempeño de febrero/marzo
de 1945 hasta que fuera herido el 20 de abril de 1945 nunca disparó
un sólo tiro.
Grass dijo al diario no haber tenido sentimientos de culpa cuando
pertenecía a las SS. "Para mí, y estoy seguro de mi recuerdo, la
Waffen-SS no eran algo atemorizante, sino una unidad de élite que
siempre era enviada allí donde las cosas se ponían críticas y la que,
como se decía, sufría las mayores bajas", afirmó el escritor.
Sin embargo, después este sentimiento de culpa lo oprimió en forma
de vergüenza. "Siempre estuvo asociado para mí a la pregunta:
¿habrías podido reconocer en ese momento lo que estaba pasando
contigo?", señaló al diario. Agregó que él ya hizo su proceso de
aprendizaje y sacó sus consecuencias y que su pertenenecia a la
Waffen-SS no es "el tema dominante" de su autobiografía.
El escritor alemán Walter Kempowski dijo al diario alemán
"Tagesspiegel": "Esto llega un poquito tarde". Sin embargo, agregó
que para Grass también valía el pasaje de la Biblia según el cual "el
que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". El biógrafo de
Grass, Michael Juergs, afirmó asimismo en declaraciones al mismo
rotativo que estaba "desilusionado personalmente" y opinó que se
trataba "del fin de una instancia moral".
En el libro también relata que con 15 años se presentó como
voluntario en la Marina para servir como submarinista, pero que ésta
ya no aceptaba voluntarios. Entonces, según dijo Grass, a los 16
años, en 1944, recibió como toda la clase 1927 la orden de alistarse.
Grass no fue destinado al Ejército, sino a la Waffen-SS en el
invierno de 1944/1945. "En el último año de la guerra la Waffen-SS no
tomó sólo a voluntarios", explicó.
El escritor nunca ocultó que cuando era joven fue sensible a la
propaganda nazi. Según dijo, en sus tiempos en la Waffen-SS nunca vio
la División Frundsberg a la que fue destinado. Constantemente se
armaban nuevas unidades de combate con los sobrevivientes de otras,
que pocos días más tarde volvían a ser desarticuladas, señaló.
Como miembro de dos operativos de patrulla, Grass llegó hasta
detrás de las líneas rusas, vivió escenas cruentas de guerra y sólo
sobrevivió, según el mismo dice, por casualidad.
En los Juicios de Núremberg, las Waffen-SS fueron condenadas como
parte de una organización criminal debido a su participación
abrumadora en atrocidades y crímenes de guerra, con excepción de los
soldados conscriptos incorporados a sus filas.
Grass narra además en su libro cómo se relacionó con el actual
papa Benedicto XVI, quien también, como él, fue prisionero de guerra
en Bad Aibling, en Baviera. La tirada inicial del libro, de la
editorial Steidl, será de 150.000 ejemplares.
Krina y todos: eso mismo preguntó mi hijo ?cómo pudo mantenerlo oculto todo estos años? Es increible esta historia o es que todos tenemos un lado oscuro que en algún momento sale a flote. No sé.
Literatura-Grass/
SEGUNDA AMPLIACION
Guenter Grass admite que fue miembro de las SS hitlerianas
(agrega reacciones)=
Fráncfort, 11 ago (dpa) - El Premio Nobel de Literatura alemán
Guenter Grass admitió haber sido miembro de las Waffen-SS (brazo de
combate de las SS) hitlerianas, según declaró al diario "Frankfurter
Allgemeine Zeitung" en su edición del sábado.
En las biografías de Grass que aparecieron hasta ahora, sólo se
menciona que primero fue reclutado como ayudante de baterías
antiaéreas y luego sirvió como soldado.
En un libro de memorias que aparecerá en septiembre y que lleva el
título "Beim Haeuten der Zwiebel" (Pelando la cebolla), Grass, nacido
en Gdansk en 1927, relata su infancia en esa ciudad, su vida de
soldado, cómo cayó prisionero de guerra y sus inicios como artista en
la Alemania de posguerra.
"En retrospectiva siempre lo viví como un defecto que me oprimía y
sobre el que no podía hablar. Esto tenía que ser escrito alguna vez",
confesó. El escritor añadió que durante su desempeño de febrero/marzo
de 1945 hasta que fuera herido el 20 de abril de 1945 nunca disparó
un sólo tiro.
Grass dijo al diario no haber tenido sentimientos de culpa cuando
pertenecía a las SS. "Para mí, y estoy seguro de mi recuerdo, la
Waffen-SS no eran algo atemorizante, sino una unidad de élite que
siempre era enviada allí donde las cosas se ponían críticas y la que,
como se decía, sufría las mayores bajas", afirmó el escritor.
Sin embargo, después este sentimiento de culpa lo oprimió en forma
de vergüenza. "Siempre estuvo asociado para mí a la pregunta:
¿habrías podido reconocer en ese momento lo que estaba pasando
contigo?", señaló al diario. Agregó que él ya hizo su proceso de
aprendizaje y sacó sus consecuencias y que su pertenenecia a la
Waffen-SS no es "el tema dominante" de su autobiografía.
El escritor alemán Walter Kempowski dijo al diario alemán
"Tagesspiegel": "Esto llega un poquito tarde". Sin embargo, agregó
que para Grass también valía el pasaje de la Biblia según el cual "el
que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". El biógrafo de
Grass, Michael Juergs, afirmó asimismo en declaraciones al mismo
rotativo que estaba "desilusionado personalmente" y opinó que se
trataba "del fin de una instancia moral".
En el libro también relata que con 15 años se presentó como
voluntario en la Marina para servir como submarinista, pero que ésta
ya no aceptaba voluntarios. Entonces, según dijo Grass, a los 16
años, en 1944, recibió como toda la clase 1927 la orden de alistarse.
Grass no fue destinado al Ejército, sino a la Waffen-SS en el
invierno de 1944/1945. "En el último año de la guerra la Waffen-SS no
tomó sólo a voluntarios", explicó.
El escritor nunca ocultó que cuando era joven fue sensible a la
propaganda nazi. Según dijo, en sus tiempos en la Waffen-SS nunca vio
la División Frundsberg a la que fue destinado. Constantemente se
armaban nuevas unidades de combate con los sobrevivientes de otras,
que pocos días más tarde volvían a ser desarticuladas, señaló.
Como miembro de dos operativos de patrulla, Grass llegó hasta
detrás de las líneas rusas, vivió escenas cruentas de guerra y sólo
sobrevivió, según el mismo dice, por casualidad.
En los Juicios de Núremberg, las Waffen-SS fueron condenadas como
parte de una organización criminal debido a su participación
abrumadora en atrocidades y crímenes de guerra, con excepción de los
soldados conscriptos incorporados a sus filas.
Grass narra además en su libro cómo se relacionó con el actual
papa Benedicto XVI, quien también, como él, fue prisionero de guerra
en Bad Aibling, en Baviera. La tirada inicial del libro, de la
editorial Steidl, será de 150.000 ejemplares.
Krina y todos: eso mismo preguntó mi hijo ?cómo pudo mantenerlo oculto todo estos años? Es increible esta historia o es que todos tenemos un lado oscuro que en algún momento sale a flote. No sé.
martes, agosto 08, 2006
Agosto a mi manera
Hola Bea, me resulta conmovedor tu relato de agosto, corto pero preciso. Lo que más me impactó fue que no haces referencia a nuestro lamentable espacio físico caraqueño, es como si estuviéramos hace 10 años atrás, cuando nuestras preocupaciones eran otras. Besos, Néstor
Este agosto, de calores y tormentas, se escurre rápido, y lo vivo a través de la piel y los ojos de otros. Contemplo el mediterráneo en fotos que me envían desde una lejana Sicilia. Hago un viaje imaginario a Tailandia preparando unos langostinos con leche de coco, y con los camarones que sobran, preparo una salsa marinera para la pasta del domingo. Tomo una ducha pensando que mitigo el calor en una vieja fontana romana. Las risas de los niños del edificio vecino aligeran el ánimo, y neutralizo el aburrimiento escuchando al viejo Sinatra
Me tomo ciertas libertades, como dormir unos minutos más en la mañana o escaparme al cine a media tarde a ver una película de algún festival de cine extranjero. Hasta tomo una inusual-para-mi taza de café vespertino en la panadería de la esquina. Contesto e-mails atrasados. Suspiro. Las noticias de guerra ensombrecen mis pensamientos. Repito la sempiterna promesa de leer varios libros durante este extraño mes en que sólo se me permiten unas cuantas licencias, porque no son mis vacaciones, son las de otros, pero ellos me regalan unos maravillosos minutos libres.
Beatriz
Este agosto, de calores y tormentas, se escurre rápido, y lo vivo a través de la piel y los ojos de otros. Contemplo el mediterráneo en fotos que me envían desde una lejana Sicilia. Hago un viaje imaginario a Tailandia preparando unos langostinos con leche de coco, y con los camarones que sobran, preparo una salsa marinera para la pasta del domingo. Tomo una ducha pensando que mitigo el calor en una vieja fontana romana. Las risas de los niños del edificio vecino aligeran el ánimo, y neutralizo el aburrimiento escuchando al viejo Sinatra
Me tomo ciertas libertades, como dormir unos minutos más en la mañana o escaparme al cine a media tarde a ver una película de algún festival de cine extranjero. Hasta tomo una inusual-para-mi taza de café vespertino en la panadería de la esquina. Contesto e-mails atrasados. Suspiro. Las noticias de guerra ensombrecen mis pensamientos. Repito la sempiterna promesa de leer varios libros durante este extraño mes en que sólo se me permiten unas cuantas licencias, porque no son mis vacaciones, son las de otros, pero ellos me regalan unos maravillosos minutos libres.
Beatriz
lunes, agosto 07, 2006
Caracas tendrá sus propios escribas
Los escritores venezolanos Adriano González León, Eugenio Montejo y Oscar Marcano hicieron pública la creación de Escribas, cátedra de literatura contemporánea que tiene como objetivo principal difundir ese género en un sentido amplio y estimular a los nuevos talentos
Antes de la creación de la imprenta de tipos móviles por el holandés Johannes Gutenberg, la preservación de las obras escritas estaba a cargo de los copistas o escribas, oficio antiguo a medio camino entre lo artesanal y artístico, que consistía en realizar versiones únicas de los textos de cada autor. Al rescate de ese concepto a comienzos de este siglo, un grupo de escritores venezolanos liderado por Adriano González León, Eugenio Montejo y Oscar Marcano ha creado Escribas, una cátedra de Literatura Contemporánea que tiene como principales postulados apoyar la creación de los autores nacionales y difundir la literatura venezolana en todos los géneros. Con un primer ciclo de conferencias patrocinado por Megaproyectos, grupo de empresas vinculado con el ramo de la construcción, esta iniciativa busca ofrecer en -un principio--, talleres de creación y apreciación literaria dirigidos a un público diverso, que abarque desde jóvenes autores hasta cualquier interesado con inclinaciones estéticas. Programados para comenzar a partir del próximo septiembre, estas primeras cátedras contarán con la participación de los autores fundadores y del poeta valenciano Alejandro Oliveros, quien disertará durante dos meses sobre El Diario Íntimo, en dos sesiones semanales de tres horas de duración, cada una. Las cátedras creativas Adriano González León dictará un seminario intitulado Alegría y Misterio de la Escritura, en que los asistentes podrán reflexionar sobre los métodos y prácticas de la creación narrativa desde los sumerios hasta la actualidad. Coincide en frecuencia y duración con el que será impartido por Oliveros. Eugenio Montejo y Oscar Marcano serán los encargados de dirigir el seminario Lectura de las Formas Poéticas y el Taller de Relato Contemporáneo. Ambas actividades académicas tendrán una duración trimestral y serán impartidas en sesiones únicas de tres horas cada semana. Los interesados deberán consignar una síntesis curricular con fotografía, dirección, teléfono y correo electrónico junto a una muestra de dos textos o poemas (según el curso) de su autoría. Además deberá exponer en un folio aparte, las razones de su interés en la cátedra seleccionada. Estos requisitos serán enviados por vía mail al correo electrónico escribas1@gmail.com o a la recepción del edificio Atlantic, piso 5, oficina 1, de la calle Andrés Bello en la urbanización Los Palos Grandes. Uno de los autores involucrados, Oscar Marcano, comentó sobre esta iniciativa: "Con esto nace una institución de largo aliento, que queremos se ocupe, principalmente, de la difusión de lo que está ocurriendo en la literatura venezolana. Podemos decir que en los últimos años en Venezuela está ocurriendo algo, una suerte de despertar, que se está manifestando inclusive en reconocimientos fuera del país. Los jóvenes escritores están escribiendo mucho, esto no quiere decir que la cantidad sea garantía de calidad pero por algo se empieza".
Antes de la creación de la imprenta de tipos móviles por el holandés Johannes Gutenberg, la preservación de las obras escritas estaba a cargo de los copistas o escribas, oficio antiguo a medio camino entre lo artesanal y artístico, que consistía en realizar versiones únicas de los textos de cada autor. Al rescate de ese concepto a comienzos de este siglo, un grupo de escritores venezolanos liderado por Adriano González León, Eugenio Montejo y Oscar Marcano ha creado Escribas, una cátedra de Literatura Contemporánea que tiene como principales postulados apoyar la creación de los autores nacionales y difundir la literatura venezolana en todos los géneros. Con un primer ciclo de conferencias patrocinado por Megaproyectos, grupo de empresas vinculado con el ramo de la construcción, esta iniciativa busca ofrecer en -un principio--, talleres de creación y apreciación literaria dirigidos a un público diverso, que abarque desde jóvenes autores hasta cualquier interesado con inclinaciones estéticas. Programados para comenzar a partir del próximo septiembre, estas primeras cátedras contarán con la participación de los autores fundadores y del poeta valenciano Alejandro Oliveros, quien disertará durante dos meses sobre El Diario Íntimo, en dos sesiones semanales de tres horas de duración, cada una. Las cátedras creativas Adriano González León dictará un seminario intitulado Alegría y Misterio de la Escritura, en que los asistentes podrán reflexionar sobre los métodos y prácticas de la creación narrativa desde los sumerios hasta la actualidad. Coincide en frecuencia y duración con el que será impartido por Oliveros. Eugenio Montejo y Oscar Marcano serán los encargados de dirigir el seminario Lectura de las Formas Poéticas y el Taller de Relato Contemporáneo. Ambas actividades académicas tendrán una duración trimestral y serán impartidas en sesiones únicas de tres horas cada semana. Los interesados deberán consignar una síntesis curricular con fotografía, dirección, teléfono y correo electrónico junto a una muestra de dos textos o poemas (según el curso) de su autoría. Además deberá exponer en un folio aparte, las razones de su interés en la cátedra seleccionada. Estos requisitos serán enviados por vía mail al correo electrónico escribas1@gmail.com o a la recepción del edificio Atlantic, piso 5, oficina 1, de la calle Andrés Bello en la urbanización Los Palos Grandes. Uno de los autores involucrados, Oscar Marcano, comentó sobre esta iniciativa: "Con esto nace una institución de largo aliento, que queremos se ocupe, principalmente, de la difusión de lo que está ocurriendo en la literatura venezolana. Podemos decir que en los últimos años en Venezuela está ocurriendo algo, una suerte de despertar, que se está manifestando inclusive en reconocimientos fuera del país. Los jóvenes escritores están escribiendo mucho, esto no quiere decir que la cantidad sea garantía de calidad pero por algo se empieza".
domingo, agosto 06, 2006
Carta a Klara Ostdfeld (parte)
Recuerdan cuando nos decidimos por textos autobiográficos?
He aquí él que he leído en nuestra última reunión:
Estoy todavía bajo el golpe de emoción que no quiero perder y que sentí al leer tus cuentos donde, a pesar de que mi vida ha seguido otros rumbos, veía como en el espejo muchas cosas propias. Los judíos podemos tener historias muy diferentes, pero lo que somos, viene del mismo fondo. Me preguntaste si mis historias son autobiográficas. No, no lo son. Lo que no impide que las historias verdaderas siempre superen la ficción.
A mí no me tocó vivir el Holocausto: nací después, hija de una familia truncada, en la que sólo quedaron con vida mis padres y mi tío materno. Como en todos los casos de supervivencia de los condenados a muerte, los salvaron casualidades imprevistas, milagros tal vez. Él— mi tío — había sido llevado junto con los suyos a Treblinka y logró la hazaña imposible de escapar de un campo de exterminio; ellos, avisados por él, le creyeron lo increíble y saltaron del tren en marcha cuando les llegó el turno de ser deportados hacia el llamado “ campo de trabajo” que no era otro que Auschwitz. Durante varios años sobrevivieron bajo identidades falsas, cambiando constantemente de domicilio, huyendo, viviendo en cuartuchos alquilados y no pocas veces escondidos por familias polacas que arriesgaban sus vidas por la simple chispa de solidaridad humana. Mi madre, que tenía los pómulos altos y los ojos verdes, conseguía trabajos esporádicos. Sus rasgos físicos no delataban que era judía; en cambio mi padre no podía salir a la calle, su nariz aquilina y los ojos pardos —y especialmente la sabiduría triste de esos ojos — despertarían fácilmente sospechas; luego, le obligarían a bajar el pantalón y lo entregarían a la Gestapo. No obstante, sé que salía.
En la película “El pianista” hay una escena donde aluciné por un momento, creí estar viendo a mi padre, de espaldas, vagando entre las ruinas de Varsovia justo después de la guerra en una de esas historias de familia que se asimila de niño como si uno las hubiera vivido.
Mi padre era médico de vocación, le apasionaban los nuevos descubrimientos que tenían que ver con las glándulas endocrinas y ni en las peores condiciones dejó de asistir al laboratorio clandestino de unos médicos amigos suyos (por eso salía, supongo) ni de hacer experimentos con ratas que nunca faltaban y documentarlos por escrito. Ojala le hubiera preguntado datos precisos, detalles… Pero nunca lo hice y hoy no logro imaginarme qué hacía ni cómo se las arreglaba para trabajar en esas condiciones. Es todo lo que sé. Nada pudo quebrar su pasión por el progreso de la medicina, su insaciable curiosidad de un auténtico hombre de ciencia. Al final de la guerra, cuando todos huían de Varsovia, escondió esos trabajos debajo de un escalón en el edificio donde vivían entonces. Poco después el edificio, la calle y todo el vecindario han sido destruidos.
Al inicio de la post-guerra época de pobreza feroz y euforia extrema, (que tú también conociste, Klara: la euforia de estar con vida, con derecho de respira y pisar las calles) el gobierno sueco tendió la mano a los sobrevivientes judíos en Polonia, (ignoro si también en otros países), y mi padre fue uno de los elegidos, con promesa de nacionalización inmediata, buena colocación en alguna ciudad al norte y ayuda económica. Necesitaban médicos y les daban prioridad.
Era una decisión difícil de tomar. A pesar de la ocupación soviética y la instalación del régimen comunista mis padres, Artur (nacido Alter Paltyel) Ber e Irena Makowska ( nacida Rachel Rut Fishman) se sentían unidos a Polonia. Decidieron que el azar decidiera su destino: él iría a Varsovia a buscar esos documentos. Si los encontraba, calculaba que se le abriría el camino hacia una carrera universitaria inmediata en Polonia; si no, irían a Suecia: no había mucho que perder. Los alemanes, en su retirada se habían ensañado con Varsovia empeñados en no dejar ni una piedra sobre otra. Como “el pianista” en aquella escena, mi padre vagaba tres días en las ruinas de la ciudad sin encontrar siquiera puntos de referencia para ubicar la calle donde habían vivido, luego tuvo que cavar entre los escombros a riesgo de su propia vida. No sé cómo lo logró, pero volvió con sus papeles intactos. El destino quiso pues que mis padres se quedaran en Polonia, y todo fue como él lo había imaginado: ese mismo año Artur Ber ha sido nombrado profesor universitario y en poco tiempo se convirtió en una eminencia en su campo, uno de los pioneros de la endocrinología polaca y mundial. A parte de la práctica de la medicina y la enseñanza que nunca dejó, se desempeñaba en prioridad como científico, dirigía el primer instituto endocrinológico del país y hasta contaba entre los privilegiados que podían “salir”: viajaba a menudo a congresos “afuera” (Paris, Viena, Praga) de donde me traía muñecas y juegos maravillosos que no se veían en las tiendas locales. Todo escaseaba en Polonia, no solamente juguetes.
Yo sabía que mi familia había muerto, conocía la historia de la búsqueda en las ruinas al igual que la del tren del que mis padres habían saltado y, sin embargo, jamás sospeché siquiera que fuéramos judíos. Parece loco, pero era así. No podrás creer lo poco que se hablaba de eso, de “la guerra”, como decían entonces. Y de los judíos, menos. Puedo ver ahora que el horror era demasiado fuerte, demasiado cerca, y que para poder vivir había que sepultarlo para siempre. No se podía vivir con el Holocausto. Había que creer que terminó, que el futuro existía, había que proteger a los hijos de la devastación del pasado. Sin olvidar que en aquel régimen aplanador de cualquier pensamiento individual o comunitario no controlado por el partido no se podía hablar mucho con los niños, seres inocentes a quienes interrogaban en las escuelas para descubrir las “disidencias políticas”de sus padres: un apego a tradiciones judías entraba por supuesto en esa categoría. Ellos, como muchos sobrevivientes, lo habían perdido de todos modos. Hace pocas semanas mi hermano, que hoy es ginecólogo en Tel Aviv, viajó a Auschwitz y me pidió buscar en los papeles que tengo los verdaderos nombres de nuestros abuelos: quería rezar kaddish por ellos. Por supuesto, hasta esos nombres sufrieron un cambio póstumo, oficial, a nombres y apellidos polacos… Como muchos otros, mis padres habían apostado a la asimilación, al borrar de las huellas, en un impulso de construirse la vida en esta “nueva” Polonia que era su país a pesar del pasado y de la ocupación soviética, y en la que creían por encima de la represión y el ahogo ideológico que se extendía en todos los ámbitos de la vida. Mi padre que defendía la libertad de la ciencia, se quedó a un pelo de ser enviado a Siberia cuando dio una conferencia sobre sus hallazgos acerca de la hipófisis, a pesar de haber sido advertido de que el comité endocrinológico soviético aún no había aceptado oficialmente la existencia de esa glándula. Eso bastaba para ser culpable de disidencia. Artur Ber se salvó por la campana de la imprevista muerte de Stalin. En el patio de la escuela, iniciamos el duelo con diez minutos de silencio frente a la gigantesca imagen del fallecido que desde siempre había ocupado toda la fachada lateral del edificio adyacente: el camarada Stalín sonreía bajo su bigote de abuelo caucasiano, con una niña feliz en los brazos, rubia como yo, y un gran ramo de flores que le rozaban la mejilla. Lloré tanto que tuvieron que mandarme a casa, donde encontré a mamá llorando también… de alivio. Pero no podía decírmelo.
Yo recibí una educación amplia, liberal y humanitaria que al fin de cuentas es una herencia tan pesada, como lo sería una estrecha y opresiva. A veces mis padres hablaban entre sí en otro idioma y me decían que era alemán, aunque hoy sospecho que hablaban yiddish. Por el otro lado existía el balurdo endoctrinamiento en la escuela y, clandestinamente, también algo de Jesús y Virgen María por parte de mi nana polaca, que me llevaba a escondidas a la iglesia y me enseñaba a rezar. Mis padres, ambos agnósticos, no se oponían: ellos habían crecido en un barrio judío y les había costado mucho aprender todas esas cosas cuyo conocimiento no pocas veces les había salvado la vida. Yo presentía que era diferente, pero atribuía esa sensación a nuestro nivel de vida, la casa grande, al carro propio de papá, a su cultura y sus viajes en un mundo donde se glorificaba la pobreza proletaria y la prosperidad era vergonzosa. De todos modos, lo que me gustaba era leer y escribir. Era una niña precoz que jugaba con palabras.
Aún no había cumplido diez años cuando esa vida se interrumpió de golpe. Era el año 57 y las férreas tenazas del comunismo soviético se estaban aflojando por la primera vez. Me enteré de que éramos judíos —y también la mayoría de mis amiguitas eran judías — y de que muy pronto nos iríamos a Israel, nosotros, y ellas también. Descubrí extrañada la gran “salida del closet” de casi todas las amistades de mis padres, mis tíos y tías postizas: todos eran judíos. A mí, que me había criado en la ignorancia del pasado y en el pretendido paraíso comunista sin prejuicios, no me importaba realmente ser judía o no. Irnos de Polonia y perder el idioma era otra historia. Israel era otra historia y el resto de mi vida también.
Lo que quería contarte era que en realidad nunca supe por qué mi padre había tomado tan bruscamente esta decisión. Nos decía, a mi hermano y a mí, que lo hizo para nuestro futuro, aprovechando la primera ocasión en que Polonia abrió las fronteras para los judíos que deseaban salir. Pero la inmigración fue un golpe muy duro para él. Científico o no, de un país comunista se salía sin un centavo, no era fácil establecerse en el nuevo estado y papá ya no eran joven.
El pasado aflora en pequeños deslumbres inesperados años después, y lo que él no nos decía se me reveló casualmente en la mitad de la década de los ochenta, aquí, en Caracas. En una pequeña reunión en la casa de la señora Lena Braun, fallecida el año pasado, conocí a una amiga suya que vino de visita desde Argentina, era pediatra y originaria de Polonia. Mi apellido de casada, Da Costa Gomes, que he adoptado a la usanza polaca e israelí, no la convenció, y quiso conocer el de soltera. Al oír el nombre de Artur Ber se quedó de una pieza y se emocionó mucho al comprobar que, efectivamente, mi padre fue su profesor en la escuela de medicina en la universidad de Varsovia. Lo recordaba perfectamente: era muy admirado y querido.
La pediatra argentina todavía recordaba una conferencia que dio en los principios del año 57. Como de costumbre, al concluir, dejó el espacio para preguntas. Nadie tenía preguntas esa vez fuera de un estudiante rubio y con ojos insolentes que levantó la mano: él si tenía una pregunta: ¿Por qué dejaban que un sucio judío impartiera clases en una universidad polaca.?
En el horrorizado silencio que siguió el profesor abandonó el aula sin decir palabra y los estudiantes, indignados, fueron a denunciar el incidente a las autoridades universitarias. El antisemitismo era oficialmente prohibido, terminado, relegado a las vergüenzas nacionales del pasado y considerado un delito. Sin embargo, ese muchacho no fue expulsado, él y su grupito seguían pavoneándose en las aulas y los corredores de la institución, proclamando abiertamente eslóganes antisemitas.
Parecía muy extraño, dijo la pediatra argentina. Era obvio que los estaban protegiendo.
No recordaba si fue la misma semana o la siguiente cuando mi padre renunció a su cargo y solicitó oficialmente el permiso para imigrar a Israel. Se había convencido de que nada podía extirpar el odio. No se podía dejar de ser judío, por más que uno lo quisiese.
Tu libro me ha inspirado, Klara, como ves… Quise contarte también este cuento mío —¿conjunto de cuentos?— esta vez nada ficcional. ¿Cómo no iban a conmoverme tus relatos donde resuenan tantos ecos conocidos?
Las historias de los judíos pueden ser muy diferentes, así como sus vidas, y sin embargo son como barcos que se dispersan en la superficie del mar con el mismo pesado ancla clavado en la arena de los tiempos.
Caracas, mayo 2005
He aquí él que he leído en nuestra última reunión:
Estoy todavía bajo el golpe de emoción que no quiero perder y que sentí al leer tus cuentos donde, a pesar de que mi vida ha seguido otros rumbos, veía como en el espejo muchas cosas propias. Los judíos podemos tener historias muy diferentes, pero lo que somos, viene del mismo fondo. Me preguntaste si mis historias son autobiográficas. No, no lo son. Lo que no impide que las historias verdaderas siempre superen la ficción.
A mí no me tocó vivir el Holocausto: nací después, hija de una familia truncada, en la que sólo quedaron con vida mis padres y mi tío materno. Como en todos los casos de supervivencia de los condenados a muerte, los salvaron casualidades imprevistas, milagros tal vez. Él— mi tío — había sido llevado junto con los suyos a Treblinka y logró la hazaña imposible de escapar de un campo de exterminio; ellos, avisados por él, le creyeron lo increíble y saltaron del tren en marcha cuando les llegó el turno de ser deportados hacia el llamado “ campo de trabajo” que no era otro que Auschwitz. Durante varios años sobrevivieron bajo identidades falsas, cambiando constantemente de domicilio, huyendo, viviendo en cuartuchos alquilados y no pocas veces escondidos por familias polacas que arriesgaban sus vidas por la simple chispa de solidaridad humana. Mi madre, que tenía los pómulos altos y los ojos verdes, conseguía trabajos esporádicos. Sus rasgos físicos no delataban que era judía; en cambio mi padre no podía salir a la calle, su nariz aquilina y los ojos pardos —y especialmente la sabiduría triste de esos ojos — despertarían fácilmente sospechas; luego, le obligarían a bajar el pantalón y lo entregarían a la Gestapo. No obstante, sé que salía.
En la película “El pianista” hay una escena donde aluciné por un momento, creí estar viendo a mi padre, de espaldas, vagando entre las ruinas de Varsovia justo después de la guerra en una de esas historias de familia que se asimila de niño como si uno las hubiera vivido.
Mi padre era médico de vocación, le apasionaban los nuevos descubrimientos que tenían que ver con las glándulas endocrinas y ni en las peores condiciones dejó de asistir al laboratorio clandestino de unos médicos amigos suyos (por eso salía, supongo) ni de hacer experimentos con ratas que nunca faltaban y documentarlos por escrito. Ojala le hubiera preguntado datos precisos, detalles… Pero nunca lo hice y hoy no logro imaginarme qué hacía ni cómo se las arreglaba para trabajar en esas condiciones. Es todo lo que sé. Nada pudo quebrar su pasión por el progreso de la medicina, su insaciable curiosidad de un auténtico hombre de ciencia. Al final de la guerra, cuando todos huían de Varsovia, escondió esos trabajos debajo de un escalón en el edificio donde vivían entonces. Poco después el edificio, la calle y todo el vecindario han sido destruidos.
Al inicio de la post-guerra época de pobreza feroz y euforia extrema, (que tú también conociste, Klara: la euforia de estar con vida, con derecho de respira y pisar las calles) el gobierno sueco tendió la mano a los sobrevivientes judíos en Polonia, (ignoro si también en otros países), y mi padre fue uno de los elegidos, con promesa de nacionalización inmediata, buena colocación en alguna ciudad al norte y ayuda económica. Necesitaban médicos y les daban prioridad.
Era una decisión difícil de tomar. A pesar de la ocupación soviética y la instalación del régimen comunista mis padres, Artur (nacido Alter Paltyel) Ber e Irena Makowska ( nacida Rachel Rut Fishman) se sentían unidos a Polonia. Decidieron que el azar decidiera su destino: él iría a Varsovia a buscar esos documentos. Si los encontraba, calculaba que se le abriría el camino hacia una carrera universitaria inmediata en Polonia; si no, irían a Suecia: no había mucho que perder. Los alemanes, en su retirada se habían ensañado con Varsovia empeñados en no dejar ni una piedra sobre otra. Como “el pianista” en aquella escena, mi padre vagaba tres días en las ruinas de la ciudad sin encontrar siquiera puntos de referencia para ubicar la calle donde habían vivido, luego tuvo que cavar entre los escombros a riesgo de su propia vida. No sé cómo lo logró, pero volvió con sus papeles intactos. El destino quiso pues que mis padres se quedaran en Polonia, y todo fue como él lo había imaginado: ese mismo año Artur Ber ha sido nombrado profesor universitario y en poco tiempo se convirtió en una eminencia en su campo, uno de los pioneros de la endocrinología polaca y mundial. A parte de la práctica de la medicina y la enseñanza que nunca dejó, se desempeñaba en prioridad como científico, dirigía el primer instituto endocrinológico del país y hasta contaba entre los privilegiados que podían “salir”: viajaba a menudo a congresos “afuera” (Paris, Viena, Praga) de donde me traía muñecas y juegos maravillosos que no se veían en las tiendas locales. Todo escaseaba en Polonia, no solamente juguetes.
Yo sabía que mi familia había muerto, conocía la historia de la búsqueda en las ruinas al igual que la del tren del que mis padres habían saltado y, sin embargo, jamás sospeché siquiera que fuéramos judíos. Parece loco, pero era así. No podrás creer lo poco que se hablaba de eso, de “la guerra”, como decían entonces. Y de los judíos, menos. Puedo ver ahora que el horror era demasiado fuerte, demasiado cerca, y que para poder vivir había que sepultarlo para siempre. No se podía vivir con el Holocausto. Había que creer que terminó, que el futuro existía, había que proteger a los hijos de la devastación del pasado. Sin olvidar que en aquel régimen aplanador de cualquier pensamiento individual o comunitario no controlado por el partido no se podía hablar mucho con los niños, seres inocentes a quienes interrogaban en las escuelas para descubrir las “disidencias políticas”de sus padres: un apego a tradiciones judías entraba por supuesto en esa categoría. Ellos, como muchos sobrevivientes, lo habían perdido de todos modos. Hace pocas semanas mi hermano, que hoy es ginecólogo en Tel Aviv, viajó a Auschwitz y me pidió buscar en los papeles que tengo los verdaderos nombres de nuestros abuelos: quería rezar kaddish por ellos. Por supuesto, hasta esos nombres sufrieron un cambio póstumo, oficial, a nombres y apellidos polacos… Como muchos otros, mis padres habían apostado a la asimilación, al borrar de las huellas, en un impulso de construirse la vida en esta “nueva” Polonia que era su país a pesar del pasado y de la ocupación soviética, y en la que creían por encima de la represión y el ahogo ideológico que se extendía en todos los ámbitos de la vida. Mi padre que defendía la libertad de la ciencia, se quedó a un pelo de ser enviado a Siberia cuando dio una conferencia sobre sus hallazgos acerca de la hipófisis, a pesar de haber sido advertido de que el comité endocrinológico soviético aún no había aceptado oficialmente la existencia de esa glándula. Eso bastaba para ser culpable de disidencia. Artur Ber se salvó por la campana de la imprevista muerte de Stalin. En el patio de la escuela, iniciamos el duelo con diez minutos de silencio frente a la gigantesca imagen del fallecido que desde siempre había ocupado toda la fachada lateral del edificio adyacente: el camarada Stalín sonreía bajo su bigote de abuelo caucasiano, con una niña feliz en los brazos, rubia como yo, y un gran ramo de flores que le rozaban la mejilla. Lloré tanto que tuvieron que mandarme a casa, donde encontré a mamá llorando también… de alivio. Pero no podía decírmelo.
Yo recibí una educación amplia, liberal y humanitaria que al fin de cuentas es una herencia tan pesada, como lo sería una estrecha y opresiva. A veces mis padres hablaban entre sí en otro idioma y me decían que era alemán, aunque hoy sospecho que hablaban yiddish. Por el otro lado existía el balurdo endoctrinamiento en la escuela y, clandestinamente, también algo de Jesús y Virgen María por parte de mi nana polaca, que me llevaba a escondidas a la iglesia y me enseñaba a rezar. Mis padres, ambos agnósticos, no se oponían: ellos habían crecido en un barrio judío y les había costado mucho aprender todas esas cosas cuyo conocimiento no pocas veces les había salvado la vida. Yo presentía que era diferente, pero atribuía esa sensación a nuestro nivel de vida, la casa grande, al carro propio de papá, a su cultura y sus viajes en un mundo donde se glorificaba la pobreza proletaria y la prosperidad era vergonzosa. De todos modos, lo que me gustaba era leer y escribir. Era una niña precoz que jugaba con palabras.
Aún no había cumplido diez años cuando esa vida se interrumpió de golpe. Era el año 57 y las férreas tenazas del comunismo soviético se estaban aflojando por la primera vez. Me enteré de que éramos judíos —y también la mayoría de mis amiguitas eran judías — y de que muy pronto nos iríamos a Israel, nosotros, y ellas también. Descubrí extrañada la gran “salida del closet” de casi todas las amistades de mis padres, mis tíos y tías postizas: todos eran judíos. A mí, que me había criado en la ignorancia del pasado y en el pretendido paraíso comunista sin prejuicios, no me importaba realmente ser judía o no. Irnos de Polonia y perder el idioma era otra historia. Israel era otra historia y el resto de mi vida también.
Lo que quería contarte era que en realidad nunca supe por qué mi padre había tomado tan bruscamente esta decisión. Nos decía, a mi hermano y a mí, que lo hizo para nuestro futuro, aprovechando la primera ocasión en que Polonia abrió las fronteras para los judíos que deseaban salir. Pero la inmigración fue un golpe muy duro para él. Científico o no, de un país comunista se salía sin un centavo, no era fácil establecerse en el nuevo estado y papá ya no eran joven.
El pasado aflora en pequeños deslumbres inesperados años después, y lo que él no nos decía se me reveló casualmente en la mitad de la década de los ochenta, aquí, en Caracas. En una pequeña reunión en la casa de la señora Lena Braun, fallecida el año pasado, conocí a una amiga suya que vino de visita desde Argentina, era pediatra y originaria de Polonia. Mi apellido de casada, Da Costa Gomes, que he adoptado a la usanza polaca e israelí, no la convenció, y quiso conocer el de soltera. Al oír el nombre de Artur Ber se quedó de una pieza y se emocionó mucho al comprobar que, efectivamente, mi padre fue su profesor en la escuela de medicina en la universidad de Varsovia. Lo recordaba perfectamente: era muy admirado y querido.
La pediatra argentina todavía recordaba una conferencia que dio en los principios del año 57. Como de costumbre, al concluir, dejó el espacio para preguntas. Nadie tenía preguntas esa vez fuera de un estudiante rubio y con ojos insolentes que levantó la mano: él si tenía una pregunta: ¿Por qué dejaban que un sucio judío impartiera clases en una universidad polaca.?
En el horrorizado silencio que siguió el profesor abandonó el aula sin decir palabra y los estudiantes, indignados, fueron a denunciar el incidente a las autoridades universitarias. El antisemitismo era oficialmente prohibido, terminado, relegado a las vergüenzas nacionales del pasado y considerado un delito. Sin embargo, ese muchacho no fue expulsado, él y su grupito seguían pavoneándose en las aulas y los corredores de la institución, proclamando abiertamente eslóganes antisemitas.
Parecía muy extraño, dijo la pediatra argentina. Era obvio que los estaban protegiendo.
No recordaba si fue la misma semana o la siguiente cuando mi padre renunció a su cargo y solicitó oficialmente el permiso para imigrar a Israel. Se había convencido de que nada podía extirpar el odio. No se podía dejar de ser judío, por más que uno lo quisiese.
Tu libro me ha inspirado, Klara, como ves… Quise contarte también este cuento mío —¿conjunto de cuentos?— esta vez nada ficcional. ¿Cómo no iban a conmoverme tus relatos donde resuenan tantos ecos conocidos?
Las historias de los judíos pueden ser muy diferentes, así como sus vidas, y sin embargo son como barcos que se dispersan en la superficie del mar con el mismo pesado ancla clavado en la arena de los tiempos.
Caracas, mayo 2005
domingo, julio 30, 2006
Domingo en el parque
Al borde del lago, un grupo de gente presencia con desconcierto cómo obreros uniformados en franelas rojas están demoliendo con hachas la carabela de Colón. Algunos miran con ira. Otros, se tocan la sien. Vuelan las tablas y las astillas, y otra cuadrilla, la de los menos “calificados”, supongo, se dedica a retirar los escombros. Allí se va a construir un gran proyecto cultural, el buque Leander de Francisco de Miranda – o algo así: absorta en el proceso de la demolición no le presto mucha atención al cartel que ensalza el valor de nuestro pasado.
Cuesta creer que la Santa María presente daños irreparables. Hay suficiente agua en el lago para que el barco de Miranda flote en él al lado de la carabela de Colón. Pero los proyectos culturales tienen una primera fase, en la que a menudo se quedan: la destrucción ¿Cuál es el humo de la locura colectiva que siempre hace creer a los dirigentes de tal u otra fracción política que pueden moldear la Historia a su antojo, destrozando sus símbolos? No recuerdo bien la carabela, años hace que sólo la veía desde el sendero que bordea el lago. Pero ahí estaba. Para los chicos nada connotaba ahí la conquista y mucho menos el imperialismo yanqui cuando recorrían las escaleritas, los puentes y la cabina del almirante (¿puedo confiar en mi memoria de un tosco catre, mesón con el mapa y misteriosos instrumentos de navegación?), o cuando acariciaban el timón, con reverencia e incredulidad, tocando de alguna manera remota ese maravilloso empuje humano que hay en las fibras de nuestro ser, la curiosidad, la osadía, la locura de lanzarse al mar rumbo a lo desconocido en unas cáscaras tan frágiles como ésa.
Pero para los fans de las ideologías los impulsos humanos son peligrosos y el pasado se resta, no se suma.
Cuesta creer que la Santa María presente daños irreparables. Hay suficiente agua en el lago para que el barco de Miranda flote en él al lado de la carabela de Colón. Pero los proyectos culturales tienen una primera fase, en la que a menudo se quedan: la destrucción ¿Cuál es el humo de la locura colectiva que siempre hace creer a los dirigentes de tal u otra fracción política que pueden moldear la Historia a su antojo, destrozando sus símbolos? No recuerdo bien la carabela, años hace que sólo la veía desde el sendero que bordea el lago. Pero ahí estaba. Para los chicos nada connotaba ahí la conquista y mucho menos el imperialismo yanqui cuando recorrían las escaleritas, los puentes y la cabina del almirante (¿puedo confiar en mi memoria de un tosco catre, mesón con el mapa y misteriosos instrumentos de navegación?), o cuando acariciaban el timón, con reverencia e incredulidad, tocando de alguna manera remota ese maravilloso empuje humano que hay en las fibras de nuestro ser, la curiosidad, la osadía, la locura de lanzarse al mar rumbo a lo desconocido en unas cáscaras tan frágiles como ésa.
Pero para los fans de las ideologías los impulsos humanos son peligrosos y el pasado se resta, no se suma.
martes, julio 25, 2006
Releyendo a un viejo poeta pensé: "nunca esta de más florecer, otra vez". Aquí comparto esto:
LA MUERTE DE LOS ARTISTAS
¿Cuánto aún mis cascabeles tendré que hacer sonar
y que besar tu frente, triste caricatura?
Para dar en el blanco que en la sombra fulgura,
¿cuántas flechas aún tendré que disparar?
En intentos inútiles se habrá de fatigar
el alma, y quebraremos nuestra fuerte armadura
antes de contemplar la divina criatura
cuyo infernal anhelo nos hace sollozar.
Algunos nunca vieron el ídolo soñado;
escultores malditos que el fracaso ha afrentado
y se dan martillazos en el pecho y la frente
sin más que una esperanza, capitolio dudoso:
que la muerte al alzarse como un sol venturoso
haga, ¡por fin!, abrirse las flores en su mente.
Charles Baudelaire
Las Flores del Mal
LA MUERTE DE LOS ARTISTAS
¿Cuánto aún mis cascabeles tendré que hacer sonar
y que besar tu frente, triste caricatura?
Para dar en el blanco que en la sombra fulgura,
¿cuántas flechas aún tendré que disparar?
En intentos inútiles se habrá de fatigar
el alma, y quebraremos nuestra fuerte armadura
antes de contemplar la divina criatura
cuyo infernal anhelo nos hace sollozar.
Algunos nunca vieron el ídolo soñado;
escultores malditos que el fracaso ha afrentado
y se dan martillazos en el pecho y la frente
sin más que una esperanza, capitolio dudoso:
que la muerte al alzarse como un sol venturoso
haga, ¡por fin!, abrirse las flores en su mente.
Charles Baudelaire
Las Flores del Mal
jueves, julio 20, 2006
martes, julio 18, 2006
la 421
Cuando el ángel mudo
aceche
juntemos filas
No permitamos
que de nuevo
descomplete
el conjunto
Impedir debemos
que su matemática perversa
reste
No tuvo compasión
en la 421
El ángel no escuchó ruegos
esa noche.
Beatriz
aceche
juntemos filas
No permitamos
que de nuevo
descomplete
el conjunto
Impedir debemos
que su matemática perversa
reste
No tuvo compasión
en la 421
El ángel no escuchó ruegos
esa noche.
Beatriz
lunes, julio 17, 2006
El día sólo es una pausa
se vive en la noche
quien sabe de su origen oscuro
vomita la luz que se mete en sus poros
la verdad es aliada de la noche
donde nada se ve
nada se oculta
la oscuridad lo deja todo claro
cuando los sonidos nos abandonan
cayendo por nuestros oídos
y las imágenes se deslizan
detrás de nuestros ojos
respiramos
y abrazamos la vergüenza sin reparo
nos regodeamos en el absurdo
y somos libres.
se vive en la noche
quien sabe de su origen oscuro
vomita la luz que se mete en sus poros
la verdad es aliada de la noche
donde nada se ve
nada se oculta
la oscuridad lo deja todo claro
cuando los sonidos nos abandonan
cayendo por nuestros oídos
y las imágenes se deslizan
detrás de nuestros ojos
respiramos
y abrazamos la vergüenza sin reparo
nos regodeamos en el absurdo
y somos libres.
domingo, julio 16, 2006
Puedo pasar toda la noche poetizando el silencio con palabras escritas en mi pensamiento. Especialmente me agrada ese efímero momento previo al amanecer cuando el cielo, sin darnos cuenta, deja de ser negro y se torna de un azul-violeta que aún no podemos llamar día.
Soy un hombre que sólo sabe caminar, que apenas se puede vestir y que sólo susurra incoherencias. Camino como un mendigo, cargando la poesía no escrita de mi silencio, esperando la noche para ganarme la inmovilidad, el ocio y el derecho a la existencia.
La noche es una metáfora... el día es una fotografía.
Sigo siendo un traste para esta ciudad, una breve exhalación que cuando pasa, se olvida.
Soy un hombre que sólo sabe caminar, que apenas se puede vestir y que sólo susurra incoherencias. Camino como un mendigo, cargando la poesía no escrita de mi silencio, esperando la noche para ganarme la inmovilidad, el ocio y el derecho a la existencia.
La noche es una metáfora... el día es una fotografía.
Sigo siendo un traste para esta ciudad, una breve exhalación que cuando pasa, se olvida.
miércoles, julio 12, 2006
venezuela
Llegué de noche, cansada de un largo viaje
la gente corría buscando carritos
ninguna opción para mí
cargada con bolsas, teteros y un bebé en los brazos
valiente en mi inconsciencia
sorda y muda
en ese aeropuerto
en el piso.
Me levantan manos atentas, carritos libres, sonrisas
caricias en la cabecita del bebé
Y sólo puedo contestar las sonrisas:
Aterricé en un idioma desconocido.
la gente corría buscando carritos
ninguna opción para mí
cargada con bolsas, teteros y un bebé en los brazos
valiente en mi inconsciencia
sorda y muda
en ese aeropuerto
en el piso.
Me levantan manos atentas, carritos libres, sonrisas
caricias en la cabecita del bebé
Y sólo puedo contestar las sonrisas:
Aterricé en un idioma desconocido.
ventanas
En esos tiempos solía espiar
lámparas encendidas, sillas solemnes, mesas y manteles
madera pesada, encajes secretos
en el descuido de cortinas blancas
entre postigos abiertos
A veces cuadros y jarrones de flores
momentos de intimidad ajena.
En esos tiempos aún había estancias de sombra
Diagonales de sol en las fachadas
Y el escalofrío sagrado de quién mira desde la otra acera.
Cómo sería estar allí
fuera de las paredes de mi vida
Podría ser mío el trapo amarillo
La mano que lo sacude
Podría — Pero ya todo estaba configurado
Aquí y afuera.
lámparas encendidas, sillas solemnes, mesas y manteles
madera pesada, encajes secretos
en el descuido de cortinas blancas
entre postigos abiertos
A veces cuadros y jarrones de flores
momentos de intimidad ajena.
En esos tiempos aún había estancias de sombra
Diagonales de sol en las fachadas
Y el escalofrío sagrado de quién mira desde la otra acera.
Cómo sería estar allí
fuera de las paredes de mi vida
Podría ser mío el trapo amarillo
La mano que lo sacude
Podría — Pero ya todo estaba configurado
Aquí y afuera.
domingo, julio 09, 2006
Regalo
No lleva etiquetas, ni instrucciones de uso.
De exiguo inventario
No está en tiendas opulentas
ni humildes.
De encontrarse,
sería imposible envolverlo
en floridos papeles
ni lazos de oro y plata
Lo hallé bajo las sábanas,
mis manos heladas sostenían
un libro.
Un desacostumbrado silencio
ocupaba el cuarto
invadido por un frío forastero
Y allí, presente, estaba
El regalo de encontrarme.
De exiguo inventario
No está en tiendas opulentas
ni humildes.
De encontrarse,
sería imposible envolverlo
en floridos papeles
ni lazos de oro y plata
Lo hallé bajo las sábanas,
mis manos heladas sostenían
un libro.
Un desacostumbrado silencio
ocupaba el cuarto
invadido por un frío forastero
Y allí, presente, estaba
El regalo de encontrarme.
miércoles, julio 05, 2006
Nada iguala la paz de mi ducha
el agua tibia cayendo
el olor a jabón
hace aflorar todos los sentimientos
las soluciones encuentran
a sus problemas
Ese contacto primario
con el agua
desnudo, aislado
sentir que todo lo que sobra
se va por el desagüe
El llanto se oculta bien
en la ducha
hasta que una gota salada
roza nuestra lengua
nos despierta
Por la ventana
el árbol de flores rojas
cubre el humo
que asciende amenazante
detrás de la montaña
que oculta la tormenta
Parece imposible
que algo bueno
siga a algo bueno
¿Quién podrá asegurarme
la paz del siguiente minuto?
el agua tibia cayendo
el olor a jabón
hace aflorar todos los sentimientos
las soluciones encuentran
a sus problemas
Ese contacto primario
con el agua
desnudo, aislado
sentir que todo lo que sobra
se va por el desagüe
El llanto se oculta bien
en la ducha
hasta que una gota salada
roza nuestra lengua
nos despierta
Por la ventana
el árbol de flores rojas
cubre el humo
que asciende amenazante
detrás de la montaña
que oculta la tormenta
Parece imposible
que algo bueno
siga a algo bueno
¿Quién podrá asegurarme
la paz del siguiente minuto?
Y sigue la lluvia...
El niño despertó cuando una gota de agua le mojaba la cara. Toda la noche había llovido, era una lluvia fuerte y recia, que no quería irse, como si quisiera lavar escrupulosamente cada una de las partes de la vivienda, exorcizarla de algo indefinible El techo de zinc de la casa había aguantado bastante el martilleo del agua, pero luego de varias horas parecía un colador. Ya no servía de nada poner envases por todo el piso y Soledad, la madre del niño, se había resignado. Bueno –pensó- “total, que se despierte, ya amaneció”.
En otra vivienda, al otro lado de la ciudad, también había amanecido lloviendo, era la misma lluvia, con la misma cadencia, sólo que al niño allí dormía, no lo despertó ninguna gota de agua. Todo lo contrario, el sonido rítmico del agua lo adormecía aún más y no parecía perturbar su tranquilo sueño.
Mientras, la lluvia y las lágrimas de Soledad se confundían en un solo río. A veces el dolor tiene nombre de punto cardinal.
Beatriz
En otra vivienda, al otro lado de la ciudad, también había amanecido lloviendo, era la misma lluvia, con la misma cadencia, sólo que al niño allí dormía, no lo despertó ninguna gota de agua. Todo lo contrario, el sonido rítmico del agua lo adormecía aún más y no parecía perturbar su tranquilo sueño.
Mientras, la lluvia y las lágrimas de Soledad se confundían en un solo río. A veces el dolor tiene nombre de punto cardinal.
Beatriz
sábado, julio 01, 2006
noviembre
Tapara
Qué casualidad, yo tambien tengo un texto con lluvia... es del noviembre 2005
Esto es un fragmento:
Noviembre
El tiempo ha traído la melancolía.
Eso piensa detrás del volante en una tarde de lluvia mientras rueda lentamente por las calles, para nada, para ir de compras, para estar protegida de cerca por las paredes de su carro y moverse hacia adelante. Las figuras de transeúntes se dibujaban frente a sus ojos con la nitidez de esos días de atención desmesurada cuando el espacio interno de uno parece ensancharse desbordando el cuerpo y tocar todo a su alrededor. Con piedad. Con distancia. Con lejano asombro. Con la piel, los pezones y el alma y el vértigo de reconocerse en la mueca que exhibe uno de tus semejantes al luchar con el paraguas mientras el taxi se va, en el gesto de arrebujarse en su sweater de aquella mujer encorvada, en las lágrimas de esa otra, inmóvil, que corren por su rostro mojado, en los mega – afiches de los cines y tímidas hileras de luces urbanas que se prenden al atardecer.
Divina maniobra del destino, la que hoy esté lloviendo. Le va como un guante la lluvia afuera, las gotas que rebotan en su burbuja de chapa metálica.
Las calles se suceden como los días y ya es otra vez viernes, otra vez noviembre, y la ciudad comienza a engalanarse de bombillos navideños y se apresura de agotar el calendario como si la clausura del año perdonara las fallas y cerrara lo inconcluso para que estrenemos, purificados por el bonche final, una vida nueva en enero. La gran puesta a cero de los contadores. Todos nuevos, incontaminados por los desechos tóxicos de nosotros mismos acumulados durante los trescientos sesenta días del año. Todos con una nueva oportunidad de vivir de verdad, sin holgazanería, y avanzar —lo que se llama avanzar de verdad —en la vida en vez de hacer tus tareas cotidianas y dejar apenas que ella te empuje. Año nuevo, vida nueva. Amén. Metafísica de praxis cotidiana extra-oficial, no inscrita en ninguna parte y sin embargo vigente en las guirnaldas de luces que trepan cual parásitos luminosos por los árboles y los postes.
Circula, mientras calcula mentalmente lo que puede gastar este año en los imprescindibles regalos, antes de zambullirse en las entrañas de los sótanos de algún centro comercial, separarse del carro, dejar que la escalera mecánica o el ascensor panorámico la deposite en la ilusión de una plaza hueca, bella de luz y colores, de la que parten cuatro calles bordeadas de vitrinas deslumbrantes, sustituto de los bulevares de la pobre ciudad desvencijada que se quedó afuera bajo la lluvia. Los desperdicios mojados sobre las aceras, los puestos de buhoneros tapados con plástico.
Aquí, discreto ambiente musical. Decoración navideña. Vitrinas
Qué casualidad, yo tambien tengo un texto con lluvia... es del noviembre 2005
Esto es un fragmento:
Noviembre
El tiempo ha traído la melancolía.
Eso piensa detrás del volante en una tarde de lluvia mientras rueda lentamente por las calles, para nada, para ir de compras, para estar protegida de cerca por las paredes de su carro y moverse hacia adelante. Las figuras de transeúntes se dibujaban frente a sus ojos con la nitidez de esos días de atención desmesurada cuando el espacio interno de uno parece ensancharse desbordando el cuerpo y tocar todo a su alrededor. Con piedad. Con distancia. Con lejano asombro. Con la piel, los pezones y el alma y el vértigo de reconocerse en la mueca que exhibe uno de tus semejantes al luchar con el paraguas mientras el taxi se va, en el gesto de arrebujarse en su sweater de aquella mujer encorvada, en las lágrimas de esa otra, inmóvil, que corren por su rostro mojado, en los mega – afiches de los cines y tímidas hileras de luces urbanas que se prenden al atardecer.
Divina maniobra del destino, la que hoy esté lloviendo. Le va como un guante la lluvia afuera, las gotas que rebotan en su burbuja de chapa metálica.
Las calles se suceden como los días y ya es otra vez viernes, otra vez noviembre, y la ciudad comienza a engalanarse de bombillos navideños y se apresura de agotar el calendario como si la clausura del año perdonara las fallas y cerrara lo inconcluso para que estrenemos, purificados por el bonche final, una vida nueva en enero. La gran puesta a cero de los contadores. Todos nuevos, incontaminados por los desechos tóxicos de nosotros mismos acumulados durante los trescientos sesenta días del año. Todos con una nueva oportunidad de vivir de verdad, sin holgazanería, y avanzar —lo que se llama avanzar de verdad —en la vida en vez de hacer tus tareas cotidianas y dejar apenas que ella te empuje. Año nuevo, vida nueva. Amén. Metafísica de praxis cotidiana extra-oficial, no inscrita en ninguna parte y sin embargo vigente en las guirnaldas de luces que trepan cual parásitos luminosos por los árboles y los postes.
Circula, mientras calcula mentalmente lo que puede gastar este año en los imprescindibles regalos, antes de zambullirse en las entrañas de los sótanos de algún centro comercial, separarse del carro, dejar que la escalera mecánica o el ascensor panorámico la deposite en la ilusión de una plaza hueca, bella de luz y colores, de la que parten cuatro calles bordeadas de vitrinas deslumbrantes, sustituto de los bulevares de la pobre ciudad desvencijada que se quedó afuera bajo la lluvia. Los desperdicios mojados sobre las aceras, los puestos de buhoneros tapados con plástico.
Aquí, discreto ambiente musical. Decoración navideña. Vitrinas
miércoles, junio 28, 2006
martes, junio 27, 2006
La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges
Hay frases que quedan en nuestra memoria por siempre. Esas frases, flotando por allí en el cerebro, me descomponen; sobre todo si son como esa que viene a mi mente cada tanto: La lluvia trae alegría a los campos y tristeza a las ciudades. Seguramente será el residuo de una de esas glosas infantiles con las que los antiguos libros de texto querían rematar los temas. Los libros de texto de antes tenían, eso lo veo ahora a la distancia, una singular pretensión literaria.
De niño siempre consideré a la lluvia como un acontecimiento alegre, algo para compartir con los amigos, como quien comparte un helado. La lluvia era para salir a mojarse, a reírse cuando nos resbalábamos, brincar sobre los charcos. ¿A quién se le ocurría correr a protegerse de la lluvia?
Pero ahora, todo es diferente, la lluvia es el preámbulo de una tranca, el derrumbe de una montaña, amenaza de gripe, toda una complicación.
Estando con la lluvia al otro lado de la ventana, descubro las razones íntimas de esa melancolía que me invade en cada gota. Comprendo, creo, porque me gustan las duchas largas, dejar que el agua caiga sin parar hasta que no haya sonido o imagen que pueda atravesar la muralla protectora de la ducha/lluvia.
De niño, bajo la lluvia, todo era risa. Hoy, de adulto, esa lluvia mía, esa triste lluvia mía, quedó prisionera de una llave, en la esquina del baño.
sábado, junio 24, 2006
Ejercicio J: La tarde lluviosa de otoño
La tarde lluviosa de otoño
te colma
de penas sin rostros
de nostalgias ajenas
Poco a poco te lleva
a una loma
con una acacia insensata
vestida de rojo
Y junto a la brisa
una brisa marina
caminas entre los muertos.
te colma
de penas sin rostros
de nostalgias ajenas
Poco a poco te lleva
a una loma
con una acacia insensata
vestida de rojo
Y junto a la brisa
una brisa marina
caminas entre los muertos.
jueves, junio 22, 2006
Paseo Surrealista
Paseo surrealista
Anhelo de reunirme
con afectos eternos
me hace cruzar océanos
Y tejer historias en el cielo
Cambio coordenadas
restablezco energías
los hombros descansan
Lo viejo y lo nuevo confluyen
Amanecezco de cadáver exquisito:
Relojes blandos
Constelaciones
Catedral Inconclusa
Se cierran círculos, se abren otros
Me gano la medalla del sosiego por unos días
Beatriz
Anhelo de reunirme
con afectos eternos
me hace cruzar océanos
Y tejer historias en el cielo
Cambio coordenadas
restablezco energías
los hombros descansan
Lo viejo y lo nuevo confluyen
Amanecezco de cadáver exquisito:
Relojes blandos
Constelaciones
Catedral Inconclusa
Se cierran círculos, se abren otros
Me gano la medalla del sosiego por unos días
Beatriz
Tú, a quien yo no confío mis largas horas sin sueño;
tú que tan tierna me calmas como una cuna meciéndome.
Tú que tu insomnio me ocultas, dime si soportaremos
la sed que nos magnifica, sin abandono.
Rainer Maria Rilke
tú que tan tierna me calmas como una cuna meciéndome.
Tú que tu insomnio me ocultas, dime si soportaremos
la sed que nos magnifica, sin abandono.
Rainer Maria Rilke
Se trata de ubicar un punto
en medio de la noche
un punto brillante
y anclarse a él
Sostener la mirada
y orar para que las imágenes vengan
Orarle al punto
orarle a la memoria
al dios de la memoria
al creador de los recuerdos
Sentir la lluvia
el barro entre las manos
saber entonces
que fuimos niños
El amor
(de algún extraño modo lo sé)
viene de esos días
en que no había recuerdos
La vida llegaba hasta el árbol
al que un día corrimos
a protegernos de la lluvia
Ese árbol que nos acariciaba
y cerraba nuestros ojos
con un beso
Llevo a mis ojos
esta noche
las ramas de ese árbol
con estas manos
que no han olvidado el barro
Y doy gracias
al dios de la memoria
por el sueño
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