Hola Bea, me resulta conmovedor tu relato de agosto, corto pero preciso. Lo que más me impactó fue que no haces referencia a nuestro lamentable espacio físico caraqueño, es como si estuviéramos hace 10 años atrás, cuando nuestras preocupaciones eran otras. Besos, Néstor
Este agosto, de calores y tormentas, se escurre rápido, y lo vivo a través de la piel y los ojos de otros. Contemplo el mediterráneo en fotos que me envían desde una lejana Sicilia. Hago un viaje imaginario a Tailandia preparando unos langostinos con leche de coco, y con los camarones que sobran, preparo una salsa marinera para la pasta del domingo. Tomo una ducha pensando que mitigo el calor en una vieja fontana romana. Las risas de los niños del edificio vecino aligeran el ánimo, y neutralizo el aburrimiento escuchando al viejo Sinatra
Me tomo ciertas libertades, como dormir unos minutos más en la mañana o escaparme al cine a media tarde a ver una película de algún festival de cine extranjero. Hasta tomo una inusual-para-mi taza de café vespertino en la panadería de la esquina. Contesto e-mails atrasados. Suspiro. Las noticias de guerra ensombrecen mis pensamientos. Repito la sempiterna promesa de leer varios libros durante este extraño mes en que sólo se me permiten unas cuantas licencias, porque no son mis vacaciones, son las de otros, pero ellos me regalan unos maravillosos minutos libres.
Beatriz
1 comentario:
Hola Néstor, es que no he salido casi de este microcosmos que es Los Palos Grandes,
Saludote,
Bea
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