jueves, enero 22, 2009
El Grajo Vano o el país de los verdiblancos
Había una vez un país muy lejano, tan lejano que era precisamente aquel en que yo vivía, en el que la gente se dividía en dos bandos: los verdes y los blancos. Pero esto era sólo un decir, ya que los verdes y los blancos eran iguales, aunque disfrutaban de criticarse los unos a los otros.
Para hacer este divertimento más interesante, pactaron que el gobierno del país lo asumirían en forma alternada: Cada 5 años, si los verdes gobernaban, los blancos decían que ya era suficiente de robo y mentira, se hacían elecciones y ganaban los blancos, que eran iguales.
Esto se repitió ritualmente hasta que a alguien se le ocurrió la descabellada idea de que podía haber algo diferente a los verdes y los blancos; estaba convencido y convenció a todos de que el rojo era el fin de los robos y las mentiras.
Muchos verdes y blancos se hicieron rojos y lograron engañarse unos a otros, hasta que, poco a poco, se les empezaron a caer las plumas rojas y los que eran verdes fueron más verdes y los blancos, más blancos que nunca.
Comenzaron a insultarse como era en antaño, pero ya no querían gobernar alternadamente, por lo que pactaron usar lentes rojos , hacerse la vista roja, robar y mentir por siempre y prohibir terminantemente la lectura de Samaniego.
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4 comentarios:
Este breve relato de aires cortacianos se me parece mucho al país donde habito,
saludos,
B.
demasiado parecido...
perdone por la depre...
Quién es Samaniego?
Félix María Samaniego (1745-1801), escritor español conocido por sus fábulas. Entre ellas la siguiente:
El grajo vano
Con las plumas de un pavo
un grajo se vistió; pomposo y bravo en medio de los pavos se pasea:
La manada lo advierte, lo rodea;
todos le pican, burlan y lo envían.
¿Dónde, si ni los grajos lo querían?
¿Cuánto ha que repetimos este cuento, sin que haya en los plagiarios escarmiento?
Es cierto, es la fábula de un país. Pero confío en los inconformes, en los que no usan lentes ni disfraces y en los que dicen no cuando se sienten oprimidos. Cierro con otra fábula o cuento infantil, confío en las voces que gritan: "el Rey está desnudo".
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