… nadie podía alcanzarle por mayor esfuerzo que hiciera en la audacia de las metáforas, en la perfección de la métrica, en la claridad de los conceptos, en la sinceridad de los sentimientos y en esa elegante, deliberada, prescindencia de los tópicos para usar sus propios e inolvidables recursos, dándole a cada palabra un valor expresivo hasta entonces desconocido y a cada situación una impresión tal de autenticidad que sus contendores no podían menos que quedarse boquiabiertos, con las caras más negras que un cielo de tormenta por la rabia que los comía presos de una envidia que a la larga tenían que tragarse, convencidos como estaban de que él, el Invencionero, era algo distinto, elevado, angélico, definitivamente celestial.
Y es que cuando este gran poeta comenzaba a improvisar sus versos, las imágenes adquirían corporeidad física y una primordial sensación de belleza, flagrante, real, presente, se adueñaba de los circunstantes, una belleza que se le metía a uno por los sentidos y le inundaba el entendimiento y le acariciaba el cuerpo todo como un aura suave y bienhechora, como una tibia emanación.
Provoca crearse un espacio de consuelo, en la belleza compartida con los vivos y con los que ya no están aquí , una capa finita que le aisle a uno de la realidad cada vez más hosca, grotesca y mezquina que nos rodea.
A ver, si alguien adivina ?quién es autor de este texto? (tiene una chuleta) . Se los quiere
2 comentarios:
Un poema tiene a veces la capacidad de ser el mejor espacio de consuelo,
grato leerte
Es un texto de El Invencionero, de Denzil Romero,uno de los autores más exuberantes, ricos y sorprendentes que he descubierto desde que comencé a leer (me refiero leer en español, hace unos ocho años...)
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