Muchachas, muchachos:
Con el largo silencio, empujado por Bea, encontré una excusa para reportarme.
Una frase del nuevo premio Nobel de literatura Jean-Marie Le Clézio, me convenció de escribir sobre un asunto que siempre tengo presente. Dice el ahora millonario (en letras): "El escritor no es ni un profeta ni un filósofo, es sólo un testigo de la realidad que lo rodea".
Estoy tan de acuerdo con él que recordé una reciente discusión en la que dije algo sobre qué escribir y cómo escribirlo en estos tiempos de polarización política cuando somos testigos de lo que pasa. Yo diría que muchas ideas relacionadas con temas políticos mueren o las matamos por temor a que hieran sensibilidades en un ambiente en el que "estás con el gobierno y o estás contra él".
Yo he intentado muchas veces dar forma narrativa a algunos incidentes políticos de los que hemos sido testigos (que hemos sufrido) y han terminado en la papelera por una serie de razones, pero principalmente por el temor a que algún lector (autoridad) se moleste. Hasta ahora no he tenido la posibilidad de presentar alguna pieza a consideración de las editoriales oficiales, pero seguramente le pasará a cualquier tomar en cuenta lo que dice para supuestamente mejorar las posibilidades de publicación. ¿Autocensura? Yes sir, como diría ya saben quién. ¿Es honesto esto? como testigos que somos, no.
Cierto que no estamos en la época de los vituperados 40 años en los que la actividad cultural en general y la literaria en particular acogía con bombos y platillos las obras que criticaban el sistema o que reflejaban la pobreza, la corrupción de los regímenes políticos o utilizaban determinados incidentes para hacer críticas sociales y hasta ganaban premios.
Entonces qué hacemos, cómo dejamos huellas de lo que estamos viviendo, de lo que somos testigos. He comenzado a dar forma a un cuerpo de argumentos que está disperso todavía pero que se centra en mantener el punto focal como una cámara que registre hechos sin hacer comentarios, sin lanzarse a plantear argumento sociológicos. ¿Esto es suficiente? No lo creo y es porque pienso que el narrador tiene una responsabilidad social más allá de lo que nosotros discutimos. Entonces, viene la otra parte, que creo que la columna vertebral debe ser la creatividad, la originalidad. Plantear visiones distintas, hechos de forma que inocentemente dejen colar el mensaje que se desea plantear. Dicho de esta manera, suena fácil pero creo que cada quien debe buscar la solución a este conflicto con su capacidad literaria.
Escuché el cuento de Nelson Cordido, “un orgasmo por la paz”, que da una idea sobre una posible forma de meterle el pecho al asunto. Quizás el cuento de Nelson suene panfletario en algunos pasajes y que sea muy evidente el mensaje que pretende dar. Habrá quien lo acuse de hacer un retrato del país sin que Nelson tuviera la valentía de decir derechamente que se trata de Venezuela. Más de uno le dijo a Nelson: “Quien va a publicar ese cuento que habla de un dictador”.
Como sea, es un intento, incluso mucho mejor que los míos, que han terminado en la basura. Como sea, es una manera de plantear el asunto, además con humor. Por ahora sigo pensando que la clave de tratar la realidad que "vivimos" viene mucho de la mano de trabajar narraciones que traten sobre la pobreza, la delincuencia, la injusticia, la impunidad como consecuencias de un sistema de cosas que no marchan muy bien que se digan, a fin de preparar el terreno para el gran tema, la política, del que personalmente tengo interés y que espero llegará el día cuando podamos escribir de ella libremente, sin presiones, sin prejuicios, sin temor a represalias, tanto como se hace sobre el amor, la obsesión de todos nosotros.
Finalmente, hay otra frase de Le Clézio que me gusta y que creo que adoptaré: "Escribir es viajar, me gusta estar en países nuevos y por eso me gusta la literatura. Cada vez que comienzo un nuevo libro me siento una persona diferente". Como dicen algunos: Lo certifico.
Néstor
4 comentarios:
Néstor, me parece muy interesante tu planteamiento. Debes trabajar en lo que tú crees y sientes como una necesidad de expresarte, "dejar tu huella".
Bea
Magnífica nota, que nos descubre a este autor francés, desconocido en Venezuela,uno de los grandes de Europa. En los últimos 20 años, sus novelas hansido número uno en Francia y Alemania, y su prosa es fresca y tan moderna, que cualquier lector contemporáneo se siente identificado. Junto a Murakami el japonés, es de las prosas más interesantes del momento.
Bienvenido de vuelta Nestor!
Sería largo contestar a lo que dices, o más bien sería un buen debate, porque me imagino que cada uno de nosotros estaría de acuerdo con la esencia de lo que dices, pero con unos "peros", precisamente, para desarrollar el asunto que viene a ser el de escritura comprometida o no, y hasta qué punto puede ser o no serlo.Un debate bien debatido ya, por cierto. Creo que denunciar los abusos políticos es un deber si lo sientes como tal, y será literatura cuando lo hagas tú, que tienes un impulso auténtico por hacerlo. Pero no me suscribo al discurso tipo el de Izaac Rosas, (premio Rómulo Gallegos) cuando decía, palabra más palabra menos, que quien no denuncia la injusticia social es cómplice del sistema aun si describe flores, lo que es absolutamente cierto, pero me cansa mucho. Personalmente pienso que no se puede despreciar a quien sólo le gustan flores ni legitimar a priori un escrito de cualquier buitre que busca inspiración literaria en la miseria ajena.
PS: no estaba nada mal este cuento del orgasmo por la paz,y al menos divertido, debí haberlo mencionado en el informe
Krina, siempre con tus acertados comentarios, auque mi punto no tiene que ver con la literatura comprometida sino en qué contamos y cómo contamos de lo que vivimos (sufrimos) en este momento para que estos días no queden en el olvido. Encontré unos comentaros de Sergio Ramírez en el Papel Literario que toca el tema. Dice: “Yo era uno de los voceros de la revolución (sandinista), no compaginaba, por lo tanto se diluye la capacidad crítica del escritor y se sacrifica en aras de les causa. Pero como de todas maneras sabía que tenía que escribir, lo que hice fue buscar un tema muy lejano de la revolución: Unos envenenamientos en serie que ocurrió muchos años atrás y, sin embargo, lo que resulta como consecuencia es una crítica al poder, cómo la dictadura de Somoza comenzó al copar los tribunales judiciales y a dirigirse sobre los jueces civiles y a decirles sobre lo que tenían que dictar”. Tienes razón cuando dices que es debate largo y a lo mejor sin solución, pero hay que continuarlo. Beso.
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