Yo no soy escritor. Decidí serlo. Y decidí serlo porque tuve la sospecha (aún la tengo, porque certezas no existen) de que algo en mi cabeza no funcionaba dentro de la razonable. No es un asunto de locura, ni de escasez, ni de exceso, es un asunto de razonabilidad del pensamiento. Ni siquisera importa si tengo razón, porque cualquiera puede tener la razón dados los parámetros adecuados. Es un asunto de ser razonable aquí y ahora. Quizás por eso he pasado por más de un tropiezo.
Ahora bien, escribo en parte por la cabeza. Por las ideas, por el discurso. No escribo porque se me ocurra una historia, escribo porque me obsesiono con una palabra. Y esa sola palabra tiene que decir más que ella misma. Pero el producto final, la escritura ya como cosa que se lee, descubrí recientemente, no esta en mi cabeza sino en mis manos, y mis manos son capaces, ellas solas, de cambiar lo que mi cabeza pensó. Pienso una frase, pero no se escribe de la misma manera que la pensé. Mis manos la cambian, o es la escritura que toma forma por sí misma. No es escritura auómática, de ninguna manera, porque trato de pensar todo antes de sentarme a escribir. El asunto es que pensar no es escribir, construir un personaje no es escribir, ni siquiera hacer un esquema de cómo irá la trama es escribir. Escribir es escribir. Y como tal, las manos tienen el control total, no la cabeza.
Modifico entonces lo que puse al principio. No SOY nada completamente. Sólo me siento escritor cuando estoy escribiendo, cuando mis manos actúan. Cuando me levanto de la computadora dejo de serlo y soy sólo yo. Y como me gusta escribir, pues cada vez paso más tiempo sentado en la computadora "siendo" escritor. Así que cuando conozco a alguien en la calle y me pregunta ¿y tú qué eres? yo jamás respondo escritor, no me atrevería. Sólo respondería "soy escritor" si me preguntara mientras estoy sentado frente a mi computadora escribiendo. Pero si estoy sentado frente a mi computadora escribiendo, lo más seguro es que ni siquiera pueda escuchar la pregunta así que no respondería. Concluyo entonces, dada esta cadena de implicaciones, que yo jamás podré decir, a menos que mienta, que soy escritor.
sábado, agosto 11, 2007
jueves, agosto 09, 2007
Esperanzas
Un día xxx de 2007
Esperanzas
Cuando la vi lo supe de inmediato. Pelo muy corto, demasiado corto, ojeras profundas, la piel reseca. Sin embargo tenía una sonrisa gentil, ajena a lo que su cuerpo me contaba. Preguntó por un libro para niños, en el momento no supe que decirle, no me sonaba el título. Ella fue a revisar los estantes, de pronto oí una exclamación de complacencia y levanté la cabeza, venía hacia mí con un libro entre sus delgadas manos. Estaba contenta y entendí que con el libro quería distraer el dolor de un niño, ya su dolor ella lo enterraría como pudiera.
Cuando la vi lo supe, ella venía del infierno, pero pensé que mientras ese sonrisa la acompañara quedaban esperanzas.
Beatriz C.
jueves, agosto 02, 2007
Elena poniatowska
Muchachas y muchachos, les paso una reseña del acto, antes de que se realice en el Celarg, para tener en alto la adrenalina literaria que en el caso de Krina fue un incendio como el de las Canarias.
Elena Poniatowska recibe el premio Rómulo Gallegos
Por Néstor Rojas (dpa)=
Caracas, 2 ago (dpa) - La escritora mexicana Elena Poniatowska
recibió hoy en Caracas el premio de literatura Rómulo Gallegos, que
ganó en su XV edición con la novela «El tren pasa primero«, que
rememora una huelga de obreros ferroviarios de los años de 1950.
En la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos
(Celarg), la periodista y escritora recibió una medalla que la
acredita como ganadora, un diploma y el premio en metálico de 100.000
dólares.
Poniatowska se convirtió en la segunda mujer que es galardonada
con el mayor premio literario de Iberoamérica en 40 años, además de
ser la cuarta mexicana premiada, después de Carlos Fuentes, Fernando
Del Paso y Ángeles Mastretta.
En su discurso en el acto de entrega, la escritora hizo gala de su
oficio de periodista, trayendo a la memoria las entrevistas que le
hizo a Gallegos cuando éste estuvo exiliado en México a fines de los
años de 1950.
Poniatowska celebró el hecho de que el autor de «Doña Bárbara«
hubiera sido en 1905 jefe de la estación del ferrocarril central de
Venezuela, dato que figura en una edición de su máxima obra. Dijo que
para ella fue un «gran gusto« porque la novela ganadora de la XV
edición del premio «le rinde tributo a los ferrocarrileros
mexicanos«.
«El tren está ligado al destino de México pero también al de
Venezuela y al de nuestros países latinoamericanos. Las vías del
tren, los rieles son nuestros paralelos y nuestros meridianos. Cubren
la gran llanura de América Latina como antes la marcaron las pequeñas
huellas de los pies en los códices prehispánicos«, dijo.
Recordó la primera entrevista que tuvo con Gallegos en 1958,
indicando que su primera impresión fue estar ante un hombre «huraño,
hosco«, que perdió su aspereza cuando le comentó que se parecía a un
profesor regañón de su liceo.
Poniatowska trajo a la memoria fragmentos de sus entrevistas con
Gallegos, muerto en 1969, en el que el tema de conversación oscilaba
entre su obra y sus aspiraciones políticas, ya que había sido
presidente en 1948 por un corto tiempo antes de ser derrocado por un
golpe militar.
Asismismo, destacó los hábitos del escritor a la hora de sentarse
a crear, cuando debía estar completamente solo, incluso lejos de su
mujer Teotiste Arocha, quien se convirtió en el «filtro« literario de
Gallegos.
«Escribo a máquina y me es absolutamente imposible pensar sino
frente a la máquina«, decía el escritor, según relató Poniatowska.
También comentó la lucha entre la modernidad y barbarie que se
plantea en «Doña Bárbara«, obra ambientada en la dura lucha del llano
venezolano, en la tierra abierta indómita y salvaje, que a la vez es
un paisaje común en América Latina.
«Por mucho que parezca el hombre civilizado, estamos abocados a la
violencia, al atropello que se paga con el atropello, esta es la ley
de la sabana. Si después de las conquistas de España, Martí, Bolívar,
Sucre, hablaron de la necesidad de de unirnos, las guerras
fronterizos por salidas al mar o por territorios nos minaron. No
supimos querernos«, dijo Poniatowska en su discurso.
Asimismo, resaltó la unificación que Europa ha hecho de sus
fronteras y con aspectos como la moneda. Entonces se preguntó: «¿Por
qué no hacer lo mismo con nuestros países de América Latina que
comparten economía, costumbres, religión gustos, el mismo rencor a
Estados Unidos, el mismo idioma?«.
Agregó que en lugar de ser una fuerza «centrífuga, América Latina
es «separatista, donde cada quien gira por su lado«.
«Claro que para los europeos es más fácil desplazarse porque en
América Latina las distancias no sólo son infinitas sino azarosas. En
México, por hambre, buscamos al país que nos dé de comer«, expuso.
Poniatowska señaló que «tal parece que no fuéramos dueños de
nuestro destino y no pudiéramos decidir... Sólo podemos decidir irnos
a Estados Unidos a pesar de la crueldad de nuestras circustancias que
siempre serán menos que las del hambre en nuestro propio país«.
«América Latina es racista en contra de si misma. Si el indio y el
mestizo no se respetan a sí mismos, tampoco el país va a respetarse.
Si uno no se respeta a sí mismo ¿Cómo puede esperar un trato de
respeto del vecino?«, dijo la activista de izquierda.
Señaló que pese a las dificultades de América Latina, sus países
viajan en el mismo tren, que es un tren de «muchos vagones que
atraviesa paisajes fantásticos, paisajes a veces desolados«.
Con el lauro obtenido, Poniatowska se sumó a una galería de
premiados que incluye nombres como Mario Vargas Llosa, Gabriel García
Márquez, Carlos Fuentes, Arturo Uslar Pietri, Fernado Vallejo y
Enrique Vila-matas, en un total de 15 luminarias de las letras
iberoamericanas.
En esta edición, «El tren pasa primero« y Poniatowska tuvieron que
rivalizar nada menos que con el mexicano Jorge Volpi y «No será la
tierra« y el venezolano Alberto Barrera Tyszka y «La Enfermedad«, que
quedaron fuera del cuadro de finalistas.
Los finalistas de la XV edición fueron todos mexicanos:
Poniatowska superó en la meta a Gonzalo Celorio (Tres lindas
cubanas), Martín Solares (Los Minutos negros) y a David Toscana (El
Ejército iluminado).
Elena Poniatowska recibe el premio Rómulo Gallegos
Por Néstor Rojas (dpa)=
Caracas, 2 ago (dpa) - La escritora mexicana Elena Poniatowska
recibió hoy en Caracas el premio de literatura Rómulo Gallegos, que
ganó en su XV edición con la novela «El tren pasa primero«, que
rememora una huelga de obreros ferroviarios de los años de 1950.
En la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos
(Celarg), la periodista y escritora recibió una medalla que la
acredita como ganadora, un diploma y el premio en metálico de 100.000
dólares.
Poniatowska se convirtió en la segunda mujer que es galardonada
con el mayor premio literario de Iberoamérica en 40 años, además de
ser la cuarta mexicana premiada, después de Carlos Fuentes, Fernando
Del Paso y Ángeles Mastretta.
En su discurso en el acto de entrega, la escritora hizo gala de su
oficio de periodista, trayendo a la memoria las entrevistas que le
hizo a Gallegos cuando éste estuvo exiliado en México a fines de los
años de 1950.
Poniatowska celebró el hecho de que el autor de «Doña Bárbara«
hubiera sido en 1905 jefe de la estación del ferrocarril central de
Venezuela, dato que figura en una edición de su máxima obra. Dijo que
para ella fue un «gran gusto« porque la novela ganadora de la XV
edición del premio «le rinde tributo a los ferrocarrileros
mexicanos«.
«El tren está ligado al destino de México pero también al de
Venezuela y al de nuestros países latinoamericanos. Las vías del
tren, los rieles son nuestros paralelos y nuestros meridianos. Cubren
la gran llanura de América Latina como antes la marcaron las pequeñas
huellas de los pies en los códices prehispánicos«, dijo.
Recordó la primera entrevista que tuvo con Gallegos en 1958,
indicando que su primera impresión fue estar ante un hombre «huraño,
hosco«, que perdió su aspereza cuando le comentó que se parecía a un
profesor regañón de su liceo.
Poniatowska trajo a la memoria fragmentos de sus entrevistas con
Gallegos, muerto en 1969, en el que el tema de conversación oscilaba
entre su obra y sus aspiraciones políticas, ya que había sido
presidente en 1948 por un corto tiempo antes de ser derrocado por un
golpe militar.
Asismismo, destacó los hábitos del escritor a la hora de sentarse
a crear, cuando debía estar completamente solo, incluso lejos de su
mujer Teotiste Arocha, quien se convirtió en el «filtro« literario de
Gallegos.
«Escribo a máquina y me es absolutamente imposible pensar sino
frente a la máquina«, decía el escritor, según relató Poniatowska.
También comentó la lucha entre la modernidad y barbarie que se
plantea en «Doña Bárbara«, obra ambientada en la dura lucha del llano
venezolano, en la tierra abierta indómita y salvaje, que a la vez es
un paisaje común en América Latina.
«Por mucho que parezca el hombre civilizado, estamos abocados a la
violencia, al atropello que se paga con el atropello, esta es la ley
de la sabana. Si después de las conquistas de España, Martí, Bolívar,
Sucre, hablaron de la necesidad de de unirnos, las guerras
fronterizos por salidas al mar o por territorios nos minaron. No
supimos querernos«, dijo Poniatowska en su discurso.
Asimismo, resaltó la unificación que Europa ha hecho de sus
fronteras y con aspectos como la moneda. Entonces se preguntó: «¿Por
qué no hacer lo mismo con nuestros países de América Latina que
comparten economía, costumbres, religión gustos, el mismo rencor a
Estados Unidos, el mismo idioma?«.
Agregó que en lugar de ser una fuerza «centrífuga, América Latina
es «separatista, donde cada quien gira por su lado«.
«Claro que para los europeos es más fácil desplazarse porque en
América Latina las distancias no sólo son infinitas sino azarosas. En
México, por hambre, buscamos al país que nos dé de comer«, expuso.
Poniatowska señaló que «tal parece que no fuéramos dueños de
nuestro destino y no pudiéramos decidir... Sólo podemos decidir irnos
a Estados Unidos a pesar de la crueldad de nuestras circustancias que
siempre serán menos que las del hambre en nuestro propio país«.
«América Latina es racista en contra de si misma. Si el indio y el
mestizo no se respetan a sí mismos, tampoco el país va a respetarse.
Si uno no se respeta a sí mismo ¿Cómo puede esperar un trato de
respeto del vecino?«, dijo la activista de izquierda.
Señaló que pese a las dificultades de América Latina, sus países
viajan en el mismo tren, que es un tren de «muchos vagones que
atraviesa paisajes fantásticos, paisajes a veces desolados«.
Con el lauro obtenido, Poniatowska se sumó a una galería de
premiados que incluye nombres como Mario Vargas Llosa, Gabriel García
Márquez, Carlos Fuentes, Arturo Uslar Pietri, Fernado Vallejo y
Enrique Vila-matas, en un total de 15 luminarias de las letras
iberoamericanas.
En esta edición, «El tren pasa primero« y Poniatowska tuvieron que
rivalizar nada menos que con el mexicano Jorge Volpi y «No será la
tierra« y el venezolano Alberto Barrera Tyszka y «La Enfermedad«, que
quedaron fuera del cuadro de finalistas.
Los finalistas de la XV edición fueron todos mexicanos:
Poniatowska superó en la meta a Gonzalo Celorio (Tres lindas
cubanas), Martín Solares (Los Minutos negros) y a David Toscana (El
Ejército iluminado).
miércoles, agosto 01, 2007
El triunfo del Amor
EL NACIONAL - Miércoles 01 de Agosto de 2007 Escenas/8
Escenas
Escenas
LITERATURA 62º Concurso Anual de Cuentos de El Nacional
"Vivimos en el país de Nuncajamás"
Kristina Ber de Da Costa Gomes es la ganadora de la justa literaria auspiciada cada año por el diario
ALBINSON LINARES mailto:allinares@el-nacional.com
Desde el mismo título, el lector lo tiene bien claro. Amor es una narración que reflexiona sobre la más potente pulsión de los seres humanos usando un lenguaje intimista y marcadamente femenino.
Con precisión, la protagonista nos hunde en la cotidianidad cavilando sobre los retos que encarna la convivencia en pareja y planteando, inequívocamente, las diferencias de percepción entre los hombres y las mujeres.
Esta pieza narrativa resultó ganadora en el 62° Concurso Anual de Cuentos de El Nacional.El jurado integrado por los escritores Rodrigo Blanco Calderón, Antonieta Madrid y Miguel Ángel Campos destacó del cuento: "La eficacia del lenguaje, la impecabilidad de la estructura y el valor artístico en general de la obra premiada".
Con este premio su autora, Kristina Ber de Da Costa Gomes, se hace acreedora de una bolsa en metálico de 2.000.000 de bolívares y la publicación de Amor en el Papel Literario del próximo 11 de agosto.
Otras dos piezas recibieron menciones especiales en esta edición: Belladona, de Manuel Llorens y Sifilíticos e integrados escrito por Roberto Martínez Bachrich. Como es tradición, los reconocimientos serán entregados durante la fiesta aniversaria de El Na cional que se celebrará este viernes 3 de agosto.
Cabe destacar que la ganadora recibió una mención en el año 2001 por otra obra titulada Benjamín y la caminadora. Con toda una vida dedicada al ejercicio de la arquitectura, Kristina Ber inició otra faceta creativa justo cuando nacía el nuevo milenio: "Comencé a escribir en 2001, cuando acababa de cumplir los cincuenta; a esa edad fue que comencé a interesarme por la literatura y la escritura. Yo nací en Polonia, crecí en Israel, viví en Suiza y me casé con un portugués, pero a partir de 1975 vivo en Caracas".
Fruto de sus empeños narrativos son premios anteriores como el de Sacven en 2002, el de autores inéditos de Monte Ávila (que publicó en 2004 su libro Cuentos con agujeros) y el reconocimiento del Ateneo de Calabozo en 2005.
La diaria odisea.
Esta escritora comenta que se nutre de lo cotidiano para volcarlo en sus narraciones breves: "Nosotros vivimos en el país de nunca jamás. Siento que la vida cotidiana en Venezuela es muy dura porque las cosas que en otros países son normales acá se convierten en una odisea. Eso es típico de todos los días porque en cada actividad hay un enorme gasto de energía y salud mental. No hablo de la situación actual en la que se ha agudizado la locura burocrática porque siempre ha sido así".
La autora confesó su deuda con el universo de las letras nacionales: "Estoy muy contenta de estar naciendo a otra etapa. Me gustan muchos escritores pero tengo grandes huecos en mi educación literaria, por eso es que no conozco muchos clásicos. Lo que más leo son autores venezolanos y ahora me siento feliz de que nuestra literatura florezca y que cada año hayan más escritores".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)