"...En ese tiempo no había celulares y las maletas no tenían ruedas. Los viajes eran menos ligeros que hoy, tenían una dimensión de lejanía y trasplante y algo de desamparo también cuando las islas precarias de los aeropuertos abrían sus puertas de vidrio a un mundo con otras reglas, donde gente apresurada se dispersaba con el aplomo de los iniciados. Padres de familia aceleraban el paso en dirección del transporte correcto, mujeres con botas y sombreros de lana abotonaban los abrigos de los niños. Ella no conocía a nadie en esa mega-urbe aparte de su amigo, tenía muy poco dinero. Tras mucho preguntar y leer el mapa, tomó un bus, luego otro, y sólo al final un taxi que la dejó, this is the adress, mam, frente al gran edificio gris con esquinas de piedra. En su incertidumbre acerca de la ausencia de Miguel la visión de la ciudad en la que se estaba adentrando la apabulló con su magnitud llena de amenazas. Era el final de la tarde: el cielo de otoño pendía cual tela tensada sobre los rascacielos en las avenidas que habían atravesado y en la calle Ochenta y siete los escasos comercios estaban bajando ya sus puertas arrollables. ¿Recuerdas la tristeza de ese sonido particular en esa hora particular, mezclado con el rumor del tráfico y las grisuras del atardecer? Típico de ella: nunca se había preocupado de anotar el número de tu apartamento. Estaba atrapada en una red de conjunciones insólitas que la separaban de ti, pero aún trataba de actuar con lógica, pulsó el botón sin número que suponía ser el del conserje y descubrió entonces que el intercomunicador no estaba funcionando. Pulsó ese botón y luego otro, y otro más, presionó con fuerza todos los botones con un pánico que crecía entre el estómago y la garganta. Pero el aparato era puro silencio y la puerta seguía cerrada. A lo lejos una neblina rojiza comenzaba a irradiarse desde las masas oscuras de la ciudad presagiando ya incendios de neón de una intensa vida nocturna, pero aquí, fuera de los carros que pasaban veloces, había pocas siluetas en la calle: una vieja con un perro enorme, un perro solo, dos hombres en chaquetas de cuero que se voltearon al pasar, se dijeron algo incomprensible y reanudaron la marcha. En la esquina, debajo de un modesto letrero fluorescente una puerta se abría de vez en cuando dejando escapar ráfagas de luz y voces de taberna. "
Chicos queridos, este es un fragmento de mi cuento "Amor" que acaba de ganar el concurso de cuentos de El Nacional.
Yo me siento super feliz, se imaginan. Esta mañana tuve un momento terrible al despertar: por unos segundos me pareció que lo había soñado. Pero parece que no, y el cuento saldrá publicado en el Papel Literario el sábado 11 agosto, una semana después de la edición anniversario.
A propósito: Hay un poema de Beatriz que veo aparecer y desaparecer como un fantasma cada vez que abro el sitio . No entiendo qué pasa. No puede ser que nadie más use este blog? Por favor anímenense un poco.!!!
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